36 años después, el agua bendita se ha vuelto a derramar sobre la cabeza de una criatura en Fuenteodra, una localidad de 12 habitantes en el arciprestazgo de Amaya. Se llama Adrián, tiene 8 meses y es la primera persona que recibe el bautismo en San Lorenzo Mártir, la iglesia del pueblo, en casi cuatro décadas. El empeño de Rebeca Corralejo, que quería que su hijo fuese bautizado en su pueblo, ha sido determinante. «Alba, mi hija mayor, tiene 4 años y se bautizó en Quintanilla Escalada, el pueblo de Fernando, mi chico, y yo quería que Adrián estuviese bautizado en Fuenteodra, que es el mío, para que cada uno estuviera bautizado en uno de nuestros pueblos», explica la madre de Adrián.
Los libros parroquiales de San Lorenzo Mártir no recogen ningún bautizo desde 1987, cuando se produjo el de José Luis Corralejo, primo del padre de Rebeca, precisamente, y actual alcalde pedáneo de Fuenteodra. La iglesia dejó de tener culto en torno a 2006 y, desde entonces, ha permanecido cerrada, pasando por un estado de semiabandono que por poco le hace venirse abajo. En 2019, gracias al impulso de la asociación cultural Manapites, la iglesia ha comenzado un costoso proceso de restauración del que se ya se ven los primeros resultados. Para Rebeca, el hecho de poder bautizar a su hijo Adrián en Fuenteodra ha supuesto «una alegría. Ha sido un gran orgullo poder bautizar a Adrián en la iglesia a la que yo acudía de pequeña con mis abuelos, un templo que desde hace unos años estaba condenado a las ruinas y al olvido». Y eso que no han podido utilizar la pila bautismal original, porque se encuentra bajo la torre, en una zona que aún no está completamente restaurada.
La felicidad por el bautismo del pequeño Adrián ha trascendido a la propia familia. Javier Maisterra, el presidente de Manapites, celebra que se haya podido organizar un bautismo en la iglesia de Fuenteodra porque «denota que hemos hecho un trabajo impecable en el inmueble, pero también estamos empezando a dotar de vida a esa sociedad que está alrededor del inmueble. Empieza a haber otra vez ilusión en torno a la iglesia y a Fuenteodra», señala.
Y es que, para Javier, la restauración del templo va mucho más allá de lo puramente material: «Lo que va a quedar de esta intervención, además de la iglesia, es que hemos sido capaces de dar la vuelta a la situación, a esa espiral diabólica en la que todo son problemas y, al final, los pueblos desaparecen. Por desgracia, en la provincia de Burgos hay muchos Fuenteodra».
La campaña para salvar a «La Dama de Las Loras» de Fuenteodra
El templo fue construido en el siglo XVI, en estilo gótico flamígero o renacentista, de forma muy homogénea y sin añadidos posteriores. Cuenta con una sola nave con bóvedas y nervaduras de piedra, mientras que el ábside es poligonal con contrafuertes. Además, tiene una portada renacentista tapiada con arco rebajado, con columnas y una hornacina que alberga al santo. La torre es cuadrada, almenada con óculo a medio hastial sobre la puerta tapiada.
Desde la asociación cultural Manapites —formada por un entusiasta grupo de personas concienciadas con la protección y difusión del patrimonio, en su mayoría vecinos de la localidad de Fuenteodra y su entorno— llevan años fomentando el conocimiento del templo y tratando de evitar «que desaparezca ante nuestros ojos nuestra principal seña de identidad, la iglesia parroquial de San Lorenzo Mártir».
El presidente de Manapites, Javier Maisterra, explica que en 2019 se quedaron fuera del ‘convenio de las goteras’ y se tuvieron que plantear si abandonar el sueño de salvar a «La Dama de Las Loras» o, por el contrario, intentarlo de otro modo. Se impuso la segunda opción y, a través de una campaña de micromecenazgo, lograron el importe necesario para hacer las primeras intervenciones.
Tras una segunda campaña de crowfunding y las subvenciones de la Junta de Castilla y León, la Diputación de Burgos y, ya sí, el ‘convenio de las goteras’, han logrado 400.000 euros que se han destinado, fundamentalmente, a la sustitución y adecuación de las cubiertas de la torre y de la nave. Actualmente, el templo se encuentra en una nueva fase del proyecto. «Estamos pendientes de la resolución del ‘convenio de las goteras’, para ver si nos llega una subvención que nos permita restaurar la torre y, de esa manera, garantizar la estabilidad funcional del inmueble».
«Una vez se logre la estabilidad funcional del edificio, podremos hacer un uso social de la iglesia que no sea de forma precaria. Una vez que la tengamos, tenemos que pensar funcionalmente a qué la vamos a dedicar. Queremos que, en la medida de lo posible, vuelvan los bienes muebles y que siga teniendo las posibilidades de ofrecer culto, como siempre lo ha tenido, pero siendo conscientes de que no nos hemos metido en esto para que la iglesia se abra un día. Queremos hacer un uso social, con un proyecto cultural, con música clásica, teatro, charlas, exposiciones… que sea compatible con el culto al que está destinado el templo», concluye el presidente de Manapites.