Como es tradición el domingo más cercano a la fiesta de san Lesmes, que se celebra el día 30 de enero, la iglesia parroquial dedicada al patrón de la ciudad de Burgos se ha vestido de gala para acoger una solemne misa en honor del santo francés, que ha presidido el arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa.
Natural de la ciudad francesa de Loudun, en el Poitou, san Lesmes llegó a Burgos en el siglo XI, invitado por la reina Constanza, esposa del rey Alfonso VI de Castilla y de León, para hacerse cargo del monasterio de San Juan Evangelista, de la Orden de San Benito, y de su hospital, destinado a la atención de los peregrinos que realizaban el Camino de Santiago.
Desde allí, san Lesmes se convirtió en un personaje muy querido por sus conciudadanos. Lo fue gracias a la labor social que realizaba desde el monasterio con aquellos que más lo necesitaban, así como con el papel que desempeñó en el saneamiento urbano gracias a sus conocimientos de ingeniería, que le permitieron, entre otras cosas, encauzar el río Vena.
En su homilía, el arzobispo de Burgos ha destacado la ejemplarizante labor que el abad benedictino desarrolló durante su vida y, subrayando la hospitalidad por la que fue conocido el santo francés, ha invitado a los burgaleses a seguir su ejemplo para «acoger a los que vienen de fuera, a los extranjeros, a todos aquellos que escapan de la miseria y de la guerra».
Y, como es tradición en la misa en honor de san Lesmes, la corporación municipal acudió en pleno a la iglesia dedicada al santo francés. Por primera vez, dado que fue elegida en las elecciones del pasado mes de mayo, la alcaldesa, Cristina Ayala, ha ofrecido al santo patrono de la ciudad de Burgos un cirio, como es tradición.