Los días 19 y 20 de febrero, la diócesis de Ávila ha acogido el encuentro de Obispos, Vicarios y Arciprestes de Iglesia en Castilla, que ha congregado a un centenar de personas provenientes de las nueve diócesis que conforman este grupo con el objetivo de ahondar en ese camino común de retos y esperanzas que comparten todas ellas. En esta ocasión, los trabajos se han centrado en poner en marcha un itinerario de tres años para replantear la renovación del estilo pastoral y las estructuras evangelizadoras de las diócesis de Castilla, teniendo en cuenta el contexto sociodemográfico y eclesial por el que atraviesa la región.
Análisis social y eclesial en la región
Con la mirada puesta en el primer paso de este itinerario, “Reconocer”, el lunes se reflexionó sobre «El contexto social de Castilla (cultura, dinamismos sociales e identidad) y su influjo en la tarea pastoral de la Iglesia». En ella, Ester Martín (directora de la Oficina de Transparencia de la Conferencia Episcopal Española) aportaba el retrato en cifras de una Castilla envejecida. Una tierra que cuenta con 15 obispos, 1.505 sacerdotes, más de 5.000 catequistas y 3.600 religiosos, pero con tan sólo 39 seminaristas. Los sacerdotes, con una media de edad de 69 años, se concentran principalmente en la franja de edad de 75 a 90 años, y han de hacer frente a 3.761 parroquias. El 84% de dichas parroquias está en localidades de menos de 2.000 habitantes. Y esto hace que se multiplique la dedicación de los sacerdotes.
Por su parte, Raúl Flores, de Cáritas, puso sobre la mesa el contexto social en la región, según el informe Foessa, destacando la situación de migración y éxodo rural, la despoblación y el envejecimiento. Una realidad que conlleva dificultades sanitarias, aislamiento social y soledad, y bajo dinamismo económico. Una tierra que tiene menos servicios y más desigualdades territoriales, problemas de exclusión social y un agrandamiento de la brecha de los vulnerables.
Por último, José Luis Lastra, Vicario de Pastoral de Burgos, concretizó cómo afecta esta realidad al trabajo de las diócesis y a los propios sacerdotes. Destacó el hecho del avance en discernimiento comunitario y en ser «Iglesia en salida», pero también la «impotencia y el desánimo ante la pobreza humana y eclesial». Constató una mejora en comunicación, pero a su vez una falta de cercanía y de pastoral de primer anuncio. Y una autocrítica: «Los curas estamos muy ocupados, pero escuchamos menos», lo que se traduce en el hecho de que «algunos no acaban de encontrar su puesto en una Iglesia más participativa y sinodal», y que «los más jóvenes no saben qué hacer en los pueblos». Por ello, existe la conciencia de que «algo hay que cambiar».
«Para tener resultados diferentes hay que hacer cosas diferentes»
Tras el análisis, la acción. En la última jornada de trabajo, los obispos presentes trasladaron el trabajo recorrido por sus diócesis en el último curso pastoral. El arzobispo de Valladolid reflexionó sobre las riquezas, las carencias y las oportunidades de las estructuras evangelizadoras y los agentes de pastoral. Para mons. Luis Argüello, la crisis social «supone una nueva oportunidad misionera».
En ese «reconocer» que proponen las diócesis castellanas para este primer año de trabajo, mons. Argüello confirmaba cómo «la Iglesia está llamada a hacer siempre lo mismo: anunciar la Palabra, celebrar la Liturgia, testimoniar la caridad. Pero estamos llamados a hacer todo esto acogiendo la novedad del signo del tiempo. No podemos pretender que las cosas cambien si hacemos siempre lo mismo. No digáis eso de ‘siempre se ha hecho así’. Para tener resultados diferentes hay que hacer cosas diferentes. Para renovar la mentalidad se necesitan discípulos misioneros renovados en espíritu y en misión».
El arzobispo vallisoletano insistía en el hecho de que «un cristiano no nace: se hace», algo que invitaba a repetir con frecuencia, «porque salimos de una larguísima época en la que éramos cristianos porque nacíamos en una familia cristiana». Y en ese «hacer cristianos», ha profundizado en varias propuestas de actuación en el ámbito de las comunidades parroquiales, la renovación de la parroquia como comunidad misionera, mejorar la celebración del domingo en pueblos con pocos habitantes o la integración de la parroquia en un territorio concreto. Sus propuestas fueron objeto del posterior trabajo en grupos para ver su aplicación en las diócesis, la urgencia de cada una de ellas, y la concreción de las ideas.
El encuentro terminó con la presentación de las conclusiones para el documento final, y la eucaristía en la capilla del Seminario, presidida por mons. Mario Iceta, arzobispo de Burgos.