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El pasado sábado, 22 de junio, los diáconos permanentes de las diócesis castellanoleonesas tuvieron un encuentro en la Casa de Espiritualidad de Valladolid. Veintiuna personas, entre los que había diáconos, aspirantes, esposas y presbíteros se reunieron para pasar un día de convivencia, formación y oración. De Burgos asistieron los tres diáconos con los que cuenta actualmente la archidiócesis: dos permanentes y uno transitorio.

 

La formación estuvo centrada en el análisis de la Plegaria de Ordenación de Diáconos, y fue impartida por Jesús Fernández, vicario general de la archidiócesis de Valladolid, quien incidió en el abandono a la Providencia como actitud diaconal invocada en la plegaria.

 

La jornada de convivencia acabó con una visita al Museo Oriental de Valladolid, situado en el monasterio de los Agustinos Filipinos que, así mismo, es el centro de formación de los diáconos vallisoletanos. El próximo año, si Dios quiere, la familia diaconal de Castilla y León se volverá a encontrar, esta vez, en Palencia.

 

En España, según estadísticas de los propios diáconos, a 13 de mayo había quinientos setenta y dos diáconos permanentes, distribuidos de una manera muy desigual entre todas las diócesis españolas. De las setenta diócesis españolas (incluido el Arzobispado Castrense), hay quince diócesis sin diáconos permanentes, siendo Sevilla (cincuenta y cinco), Madrid (cuarenta y ocho), Barcelona (cuarenta y siete) y Valencia (cuarenta) las diócesis que cuentan con más diáconos.

 

En Castilla y León, de las once diócesis, hay tres sin diáconos (Astorga, Segovia y Osma-Soria). En el resto de diócesis ejercen su ministerio treinta y un diáconos (diez en Valladolid, seis en León, seis en Salamanca, tres en Palencia, dos en Zamora, dos en Burgos, uno en Ávila y uno en Ciudad Rodrigo). Las funciones que los diáconos realizan en las diócesis son muy variadas: atención pastoral rural, asistencia en las parroquias (despacho parroquial, catequesis, bautizos, bodas…), encargados de órganos diocesanos, servicio en los tanatorios y cementerios, capellanías de hospitales, curia diocesana, Cáritas…

 

Pueden acceder al ministerio ordenado hombres casados mayores de treinta y cinco años y con al menos cinco años de matrimonio, o célibes mayores de veinticinco años. En el caso de estar casados ha de contar con el visto bueno de la esposa para empezar el proceso de formación y discernimiento.