TT Ads

La Delegación de Pastoral para las Migraciones y la Movilidad Humana de la archidiócesis de Burgos ha presentado la campaña que ha preparado con la vista puesta en la 110ª Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que la Iglesia universal celebrará el próximo 29 de septiembre. Hilda Vizarro, la delegada, ha estado acompañada por Esther Angulo, educadora social de Cáritas Diocesana de Burgos y miembro de la Delegación, y por Francy Matilde Álvarez, una venezolana que vive y trabaja en Burgos y que ha narrado su historia en nuestro país.

Vizarro ha comenzado recordando dos de los principales problemas que encuentran los migrantes en estos momentos en España. Por una parte, ha señalado el asunto de los menores que llegan a nuestras fronteras y son declarados mayores de edad. «Llegan a las islas, con sus pasaportes que dicen que son menores y, cuando se les traslada al sitio que les corresponde como menores, se les niega el acceso porque están fichados como adultos», explica.

La delegada de Pastoral para las Migraciones y la Movilidad Humana también ha apuntado a una situación que sucede en muchos puntos de España, también en Burgos: pagar para tener el asilo. «La Policía Nacional no da citas. Conozco el ejemplo de personas que llevan un año pidiendo cita para tramitar la protección internacional y no hay citas. Tienen capturas de todas las veces que lo han pedido y les han dicho que no hay cita. Esas personas se ven obligadas a hacer lo que sea para conseguir una cita. Y las consiguen pagando, en muchas ocasiones en cualquier otro punto de España», ha denunciado.

Vizarro también ha explicado los principales actos que la Delegación ha organizado durante la semana de celebración de la Jornada, entre los que hay círculos de silencio, una nueva edición del Encuentro de Naciones en la capital y la presentación del último documento de la Conferencia Episcopal Española (CEE) sobre las migraciones, a cargo de Mons. Fernando García Cadiñanos, el presidente de la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana. En definitiva, ha señalado, esta Jornada servirá para hacer a la sociedad consciente de que «la migración es una oportunidad de conocer y convivir».

 

Familias, parroquias y comunidades acogedoras

El encuentro con los medios de comunicación también ha servido para presentar el proyecto de familias, parroquias y comunidades acogedoras con las personas migrantes. Una iniciativa que consiste en que las personas migrantes sean acogidas en familias, comunidades parroquiales o religiosas. «Las estancias en las familias son de entre 4 o 6 meses, conviviendo con ellos en sus casas. Además, se contemplan también lo que llamamos ‘familias de respiro’, que puedan acoger de forma temporal a estas personas, en un fin de semana o en alguna actividad puntual», explica Esther Angulo, educadora social de Cáritas Diocesana de Burgos, que también forma parte del proyecto.

En cuanto a las comunidades parroquiales y religiosas, hay dos modos de acogida. «Por una parte, hay comunidades que ceden un piso para el uso de los migrantes, siempre con un encuentro y acompañamiento con las personas de la comunidad y, por otra parte, también se plantea la opción de que se produzca una convivencia directa con el sacerdote o con la comunidad religiosa», señala Angulo. El objetivo no es otro que «facilitar el encuentro y el conocimiento entre las personas, así como contrarrestar la cultura del odio, el rechazo y el miedo» que en ocasiones se genera en torno a las personas migrantes.

Este proyecto no es nuevo en Burgos, ya que viene de una experiencia piloto que ya se había puesto en marcha previamente, en la que ha participado la parroquia de San Juan de Ortega, acogiendo a tres personas migrantes, así como una familia, que ha acogido a un matrimonio. Esta iniciativa tiene un año y medio de duración y prevé que hasta 20 personas migrantes puedan participar en ella. El proyecto conlleva una inversión de cerca de 70.000 euros, de los cuáles 33.000 han sido ofrecidos por Cáritas Española.

 

El caso de Francy

En la rueda de prensa también ha participado Francy Matilde Álvarez, una venezolana que llegó a nuestro país el 25 de diciembre de 2022. Ha sido solicitante de protección internacional. La primera ayuda que recibió fue de Cáritas y, una vez admitida en el sistema de asilo, comenzó a recibir ayuda pública. «Pero, cuando uno consigue la residencia, sale del sistema de ayuda del Ministerio. Sin trabajo no teníamos recursos económicos para alquilar una habitación y tuvimos que regresar al sistema de ayuda de Cáritas», recuerda.

Fue allí cuando les ofrecieron participar en este programa piloto de acogida en familias. «Estuvimos tres meses con una familia burgalesa, que nos ayudó mucho», recuerda. Gracias a ello, Francy pudo lograr un trabajo. «Sin una red de contactos y de apoyo no es fácil acceder a un trabajo. Ser acogidos por una familia nos ha permitido tener un sitio en el que concretar propuestas de trabajo, de educación… para poder proyectarnos. Tener un lugar donde estabilizarnos y poder avanzar en nuestro proyecto de vida. Nosotros no queremos pasar por estos procesos, queremos una vida normal», ha concluido.