Escucha aquí el mensaje de Mons. Iceta
Queridos hermanos y hermanas:
A lo largo de la historia, nuestra archidiócesis de Burgos y la Iglesia en general han tenido siempre un interés muy especial por la educación: desde la implicación directa en una misión centrada en una formación integral de los alumnos, pasando por la inconmensurable labor de las familias y de los profesores, hasta la búsqueda de la excelencia en el trabajo.
Todos los cristianos, «en cuanto han sido regenerados por el agua y el Espíritu Santo y se llaman y son hijos de Dios, tienen derecho a la educación cristiana», afirma la declaración Gravissimum educationis, de san Pablo VI. Esta educación busca que los bautizados tomen conciencia del don de la fe y aprendan a adorar a Dios Padre en espíritu y en verdad, «adaptándose a vivir según el hombre nuevo en justicia y en santidad» y, así, «lleguen al hombre perfecto, en la edad de la plenitud de Cristo y contribuyan al crecimiento del Cuerpo Místico», tal y como relata la declaración.
Los más jóvenes son la esperanza viva de una Iglesia alegre (cf. Rm 12, 12) que nace del encuentro con Cristo, porque se saben amados hasta el extremo por Él. «Sólo si Dios me acoge y estoy seguro de ello», recordaba el Papa Francisco en su discurso a la Curia romana en diciembre de 2013, «sabré definitivamente que es bueno que yo exista» y que «es bueno existir como persona humana, incluso en tiempos difíciles».
Los niños son la esperanza fiel en medio de los dramas de la humanidad, son una puerta abierta a ese Dios que enciende una llama incombustible de amor en el corazón de quienes deciden descansar en su mirada. Y la educación es, sin lugar a dudas, la puerta principal para crear una cohesión social indeleble con cada uno de ellos.
En este sentido, quiero destacar la labor de la Fundación Manjón-Palencia, entidad que aúna cinco colegios diocesanos más el colegio del Círculo Católico de Obreros de Burgos, y que arranca un nuevo curso junto a 5.000 alumnos que deciden formarse en sus centros.
En el año 2021 determinamos crear una fundación canónica que asumiera la responsabilidad sobre estos colegios para una mejor consecución de los fines para los que fueron creados. Así, esta fundación se puso bajo el patrocinio de Don Andrés Manjón y del Beato Valentín Palencia, que dedicaron su vida al mundo de la educación y fueron pioneros en este campo.
El objetivo primordial de estos centros diocesanos, conformados también por casi medio millar de profesionales entre docentes y personal colaborador, es que los niños –más allá de su situación social, personal o familiar– reciban una educación integral en todas sus dimensiones, en excelencia y calidad. La esencia de estas escuelas católicas está formada por el colegio de María Madre – Politecnos, el colegio Apóstol San Pablo, el colegio San Pedro y San Felices, el colegio Santa María la Nueva y San José Artesano, el colegio Saldaña y el anteriormente citado Colegio del Círculo Católico.
El núcleo fundamental de la educación no es una cuestión tanto de metodología, sino sobre todo la puesta en juego de libertades: la del educando y la del educador, en un contexto de relación interpersonal, en el seno de una comunidad educativa. En este encuentro de libertades, en el acompañamiento que el educador y toda la comunidad educativa ofrecen al educando es donde éste va alcanzando su madurez. Es ésta la misión fundamental de la tarea educativa: hacer surgir y modelar lo mejor de cada uno de nosotros, introducir al educando en el asombro de la realidad, en el contexto de una relación interpersonal, de un acompañamiento, de una amistad creativa, de un amor respetuoso que hace percibir el infinito que constituye cada persona y la plenitud a la que está llamada.
Es esencial que caminemos junto a nuestros alumnos para que alcancen la tan ansiada excelencia educativa, que seamos parte de sus pasos y sus procesos, y que nos dejemos tocar por sus fragilidades y anhelos para –con ellos– transformar la sociedad desde la perspectiva del humanismo cristiano.
Ponemos a todos los miembros que conforman la gran familia de la Fundación Manjón y Palencia en el corazón de la Virgen María, la primera educadora de Jesús. Que santa María, quien contribuyó –junto a san José– al crecimiento, la educación y el desarrollo del Hijo de Dios, ayude a nuestros niños y jóvenes a crecer «en sabiduría, en estatura y en gracia» (Lc 2, 52) para que esperen en el Señor caminando con alegría, siempre y sin jamás desfallecer (cf. Is 40, 31).
Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.