Siguiendo el programa diocesano, en la celebración se ha querido dar importancia al acompañamiento, una de las prioridades pastorales del curso, de ahí el lema empleado este año. También en el acompañamiento estaba basado el gesto de este año, que giraba en torno a las herramientas. Cada pueblo ha llevado una herramienta típica, como símbolo de la necesidad de acompañarnos y de trabajar juntos. Allí se juntaron una azada, una hoz, una criba, una fanega, un martillo y un gancho para cosechar remolacha, entre otros.
Después de la misa, que ha estado animada por un coro, el claustro de la colegiata de Valpuesta ha sido el escenario de un aperitivo en el que, entre embutidos, tortillas, empanadas, vinos con gaseosa y otras muchas cosas más, ha habido momento de compartir un rato agradable. «Damos gracias a Dios por este día y pedimos que nos permita seguir buscando momentos para compartir. Fiestas como ésta de la Sementera nos recuerdan lo importante que es la Iglesia cuando se trata de acompañar a las personas. Especialmente las de nuestros pueblos», concluye Pablo Rodríguez Sancho.