Este domingo, 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, ha presidido la Santa Misa en la Catedral, acompañado del arzobispo emérito, Mons. Fidel Herráez Vegas, del obispo emérito de Jaén, Mons. Ramón del Hoyo López, y de gran parte del Cabildo Metropolitano de Burgos, así como de algunos sacerdotes del presbiterio diocesano.
Durante su homilía, Mons. Iceta ha destacado dos claves principales: la convocatoria al Jubileo Universal 2025 y el significado de María como «signo de esperanza cierta y de consuelo» en medio de las dificultades humanas.
El tiempo litúrgico del Adviento, ha explicado el arzobispo, es un momento privilegiado para reflexionar sobre la esperanza, un valor que será el eje central del Jubileo. «El Papa Francisco nos ha convocado al Jubileo del 2025, que inauguraremos solemnemente en esta Iglesia Basílica Catedral el domingo 29 de este mes, y el lema de todo el año es precisamente la esperanza, ‘peregrinos de esperanza’», ha afirmado, subrayando la importancia de esta celebración universal.
En sus palabras, Mons. Iceta ha destacado cómo la celebración de la Inmaculada Concepción ilumina el mensaje de esperanza. «Celebrar la Concepción Inmaculada de la Virgen María nos abre a la esperanza: para Dios nada es imposible, la preservó de toda mancha de pecado, y para Dios toda situación humana es rescatable».
El mensaje del papa Francisco también ha estado presente a lo largo de la homilía, con alusiones a la bula de convocatoria al Jubileo. Mons. Iceta ha recordado que, según el Santo Padre, la esperanza «se funda en el amor que brota de Dios, del corazón de Jesús, traspasado en la cruz». Esta esperanza, ha señalado, «es mantenida encendida por el Espíritu Santo, quien con su presencia en el camino de la Iglesia irradia luz y vigor para nuestra vida».
El arzobispo ha explicado cómo el pecado, representado en el relato del Génesis, es el origen de las fracturas y tensiones en la humanidad, pero ha destacado también la promesa de redención que se cumple en María. «La obediencia y la humildad de María frente a la desobediencia y la codicia de Adán y Eva son la fuente de la nueva creación», ha afirmado. Asimismo, ha señalado que María, como «el primer templo santo» y «madre de la esperanza», es un ejemplo de entrega total a la voluntad de Dios.
Mons. Iceta ha recordado a los fieles la conocida frase de la Virgen María a san Juan Diego: «¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?», un mensaje que sigue resonando en los santuarios marianos y que invita a todos a confiar en la protección maternal de María.
El Jubileo 2025, según el prelado, será una oportunidad única para sembrar esperanza en los corazones de los fieles y en la humanidad. En este sentido, ha destacado el papel de los santuarios, como la catedral de Burgos, que estarán llamados a ser «lugares santos de acogida, para generar esperanza» durante el año jubilar.
Mons. Mario Iceta ha concluido su homilía con una exhortación: «Que, en este año jubilar, podamos experimentar la cercanía de la más afectuosa de las madres, que nunca abandona a sus hijos».
Así, la archidiócesis de Burgos se prepara para vivir intensamente el próximo Jubileo, con la mirada puesta en María como modelo de esperanza y entrega, recordando que, incluso en los momentos más oscuros, el amor de Dios y la presencia de su madre iluminan el camino hacia la plenitud.
Para terminar la celebración, el arzobispo ha impartido la bendición papal, que otorga indulgencia plenaria a todos los participantes en la misa, con las debidas condiciones.