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El espectador contempla la escena como si estuviese en el palacio de Herodes. A través de sus murallas, se contempla todo un horizonte desde el que se aproximan pastores y migrantes, autóctonos que viven en sus casas y migrantes que desembarcan en las playas de sus destartaladas embarcaciones. Traen pancartas reivindicando la aprobación de la Iniciativa Legislativa Popular para la regularización extraordinaria de migrantes. Entre ellos, camina también la Sagrada Familia de Jesús, María y José.

Es la escena que este año refleja el belén migrante, que desde hace ocho años instala en la plaza de Santo Domingo de la capital la delegación diocesana de Pastoral para las Migraciones y Movilidad Humana en colaboración con la asociación Encuentro y Solidaridad. Un montaje, obra de Rodrigo del Pozo, que tiene un fin reivindicativo, haciendo constatar a quien lo contemple que «Dios camina con su pueblo», como rezaba el lema del papa Francisco para la última jornada mundial de las migraciones.

 

El pasado miércoles, coincidiendo con el día internacional del Migrante, villancicos populares, poemas de Gloria Fuertes y danzas peruanas sirvieron de marco para la inauguración de este nacimiento, que se podrá ver hasta el 7 de enero. «Es un belén diferente», explica la delegada de Pastoral de Migraciones, Hilda Vizarro. «Con él queremos explicar que Dios está en camino y sufre y está al lado de la gente que sale y les acompaña».

 

Durante toda la Navidad, diferentes grupos cantarán villancicos y ofrecerán su arte en forma de oración ante este belén migrante tan singular. «En todos los actos recordaremos que Dios camina con su pueblo», insiste VIzarro. Y es que, aún hoy, «muchas personas, como Jesús, se ven obligadas a desplazarse, por guerras, por hambre o persecución política. Queremos recordarles en este belén y, con él, pedir también justicia para las personas migrantes».