Escucha aquí el mensaje de Mons. Iceta
Queridos hermanos y hermanas:
«El asombro de la Navidad es la ternura de Dios». Comienzo esta carta con estas palabras que el papa Francisco pronunció el año pasado en la Basílica de San Pedro durante la Santa Misa de Nochebuena. «Esta noche el amor cambia la historia. Haz que creamos, Señor, en el poder de tu amor, tan distinto del poder del mundo», confesó el Santo Padre, a modo de plegaria, a fin de que seamos capaces de testimoniar con nuestra propia vida la belleza del rostro de Jesús.
A las puertas de una nueva Navidad, con el corazón dispuesto para acoger al Príncipe de la Paz, somos testigos de ese Amor que llega para mudar el rumbo de la historia, para empapar de paz cada esquina adusta y desapacible de esta Tierra (cf. Lc 2, 14), para transformar en posada sosegada nuestro corazón de piedra.
Todo un Dios se encarna en la pequeñez de un Niño, en unas manos que nacen veladas por la sencillez y la pobreza. Dios se abaja hasta abrazar nuestra carne débil y, en vez de rechazarla para evitar los restos de nuestra fragilidad, la acoge como suya y la ama.
Dios hecho Niño se hace mendigo de nuestra mirada en los ojos de María, su Madre, y nos ama con un amor que no conoce límites ni fronteras, porque es paciente y benigno, no es envidioso ni egoísta y no lleva cuentas del mal. En cambio, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. Y, por eso, es un amor que no pasará jamás (cf. Cor 13).
Jesús de Nazaret, en la intemperie de la noche, nos muestra el camino para llegar hasta el pesebre del Cielo. Es su lenguaje el de la pobreza, la humildad y la fragilidad. Y si nosotros somos capaces de llegar, es porque Él llegó primero (cf. 1 Jn 4, 19).
La llegada del «Dios vivo y verdadero» (1 Ts 1,9) tendrá lugar esta Nochebuena de una manera muy especial: con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro por parte del Papa para dar inicio al Jubileo Universal.
El Jubileo, que se abrirá oficialmente el 24 de diciembre de 2024 y concluirá el 6 de enero de 2026, se celebra cada 25 años y es un gesto esperanzador que invita a los peregrinos de todo el mundo a unirse a un viaje de renovación espiritual durante todo el Año Jubilar. A este jubileo se suma nuestra Archidiócesis en el 950 aniversario del traslado de la Sede episcopal a Burgos. Para iniciar este tiempo de gracia celebraremos la Eucaristía el próximo domingo 29 a las 17:30h en nuestra Catedral. Estáis todos invitados a participar de este gran evento.
Cristo es el anhelo de nuestra sed, la razón primera de nuestra alegría. El lema Peregrinos de Esperanza nos invita a caminar con aquellos que ansían un tiempo mejor para sus destinos, a ser la luz del Evangelio en medio de tantos rostros apagados por el dolor, a reunirnos en torno a la mesa del altar con un único deseo: vivir cada vez más del Señor para ser cada vez más como Él.
El nacimiento del Dios hecho Niño nos invita a profundizar en la teología del amor, que es «el antídoto contra el miedo», porque «en el amor no hay temor» y porque «la confianza supera el miedo», tal y como recordó el Papa en Asís en 2018. «Si Dios es ternura infinita, también el hombre, creado a su imagen, es capaz de la ternura», señaló. La ternura, entonces, lejos de reducirse al sentimentalismo, «es el primer paso para superar el replegarse en uno mismo, para salir del egocentrismo que desfigura la libertad humana».
María, ante el anuncio del arcángel Gabriel, acepta libremente ser Madre del Mesías. Desde entonces, sus brazos se convierten en el hogar más bello donde puede descansar la Iglesia, la casa de Dios. Le pedimos a Ella que nos lleve de su mano a Jesucristo para que podamos celebrar una auténtica Navidad donde el Amor cambie verdaderamente el curso de nuestra vida y de la historia.
Con gran afecto, os deseo una Santa y Feliz Navidad.