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La Fundación Manjón-Palencia, que aglutina a los cinco colegios diocesanos y al Colegio Círculo Burgos, ha celebrado este miércoles la memoria del beato Valentín Palencia Marquina. Lo ha hecho en un encuentro con los profesores de los seis centros, que han escuchado una conferencia impartida por Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, seguida de la presentación del Proyecto Educativo Institucional y de una misa presidida por el arzobispo en la iglesia parroquial de San Cosme y San Damián de Burgos.

 

«No es fácil educar»

En su ponencia, titulada Apuntes para un proyecto educativo y basada en la carta pastoral conjunta de los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria «Me enseñarás el camino de la vida» (Sal 15, 11). Desafíos contemporáneos de la educación, Mons. Iceta ha recordado que los centros diocesanos deben tener «un ideario bien definido. Nuestra antropología es la católica y tenemos que saberlo bien».

 

En ese sentido, el arzobispo ha destacado también algunos de los desafíos educativos del momento presente. «No es fácil educar», ha señalado, para continuar afirmando que los centros tienen que «buscar la excelencia en todos los campos». También ha explicado la importancia de saber alcanzar, a la hora de educar, el equilibrio entre libertad y disciplina, y ha recordado que «el anverso de la palabra ‘libertad’ es ‘responsabilidad’».

 

Ha continuado afirmando que «la familia es el ámbito fundamental de la educación» y que ésta tiene tres dimensiones ineludibles: «dimensión moral», «afectividad» y «fe». Para terminar, y antes de agradecer la presencia de tantos profesores y pedir a Dios que sostenga su vocación docente, ha ofrecido sus conclusiones: que la tarea educativa «implica a todos los elementos que configuran la vida social», que la educación «es de importancia capital para la felicidad de las personas y para el desarrollo y futuro de nuestra sociedad», que la Iglesia está «muy presente en el campo educativo ofreciendo lo mejor de sí misma» y que es fundamental «ayudar a las familias y servir a la sociedad en la edificación de un mundo más humano y fraterno».

 

Educación integral centrada en la persona

Tras las palabras del arzobispo, César Martín Rodríguez, director del colegio Santa María la Nueva y San José Artesano, ha sido el encargado de desglosar el Proyecto Educativo Institucional de la Fundación Manjón-Palencia. Un proyecto basado en «proporcionar una educación integral centrada en la persona, que fomente el desarrollo de competencias, valores y habilidades necesarias para enfrentar los desafíos del siglo XXI, aspirando a ser un referente en innovación pedagógica, garantizando un entorno de aprendizaje inclusivo, motivador y sostenible».

 

En ese sentido, los colegios de la Fundación se comprometen a cultivar en sus alumnos «el amor a Dios, al prójimo, la responsabilidad social y el compromiso con la justicia y la paz». Para ello, se han marcado seis líneas estratégicas, entre las que se encuentran la comunicación, la espiritualidad y la acción evangelizadora, la excelencia, la equidad y la inclusión, la gestión de los recursos humanos, la pedagogía y la didáctica y, por último, la sostenibilidad económica y el compromiso personal y social.

 

«¡Qué cosa tan grande compartir con Dios su vida!»

Seguidamente, la iglesia parroquial de San Cosme y San Damián ha acogido la celebración eucarística en honor al beato Valentín Palencia y sus compañeros mártires. Presidida por Mons. Iceta y concelebrada por Andrés Picón Picón, director general de la Fundación Manjón-Palencia y por algunos de los sacerdotes con responsabilidades pastorales en los colegios, el arzobispo ha reflexionado sobre las lecturas del día y el ejemplo de estos testigos de la fe. Durante su homilía, ha subrayado cómo las palabras de la Carta a los Hebreos y el Evangelio del día nos invitan a vivir una fe comprometida y llena de esperanza.

El prelado ha destacado tres palabras clave en la primera lectura: participación, libertad y auxilio. En sus palabras, «¡Qué cosa tan grande compartir con Dios su vida y que Dios la comparta con nosotros!», ha recordado el inmenso regalo de la Eucaristía, donde Cristo se entrega a la humanidad y asume nuestra condición humana. Ha reflexionado sobre la importancia de vivir unidos a Dios, participando de su cuerpo y sangre en cada celebración eucarística.

 

Asimismo, ha enfatizado cómo Cristo nos ha librado de la esclavitud del miedo y de la muerte. Ha señalado que «hoy mucha gente vive con mucho miedo: miedo a la soledad, a la pobreza, a la enfermedad, al futuro». Frente a esta realidad, el arzobispo ha recordado que el Señor nos llama a vivir en libertad, confiando en su presencia y en su poder para auxiliarnos en medio de las tentaciones y las dificultades de la vida diaria.

 

En su comentario al Evangelio, Mons. Iceta ha resaltado cómo Jesús no solo se deja encontrar por los enfermos y los marginados, sino que él mismo se acerca a ellos. «El Señor trae la salvación integral: corporal y espiritual», ha afirmado, subrayando la necesidad de vivir una evangelización integral que transforme todas las dimensiones de la persona. Además, ha invitado a los presentes a seguir el ejemplo de Cristo en su vida de oración, dedicando tiempo a estar en la presencia del Padre y presentándole nuestras preocupaciones y alegrías.

 

El arzobispo también ha recordado la figura del beato Valentín Palencia, destacando su compromiso con los más pobres y su dedicación a la educación de los niños y jóvenes en situación de exclusión. Ha valorado el testimonio de fe y caridad de este mártir burgalés, quien entregó su vida por amor a Cristo y al prójimo. «Él no quiso que nadie volviera a pasar por lo que él sufrió, y dedicó su vida a dar a todos la oportunidad de crecer como personas», ha recordado.

 

Finalmente, ha puesto de relieve el ejemplo de los compañeros mártires de Valentín Palencia, quienes le acompañaron hasta el final con generosidad y amor fraterno. «Aunque seamos distintos y tengamos diversas sensibilidades, siempre nos mueva la caridad, la esperanza, la fe y el amor», ha exhortado, animando a la comunidad educativa a ser un reflejo de estos valores en su labor cotidiana. Ha concluido pidiendo la intercesión del beato y sus compañeros para que nuestra sociedad sea un lugar de crecimiento en humanidad y amor según el corazón de Dios.