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El pasado sábado, el Seminario de San José acogió el XXXIII encuentro diocesano de Pastoral del Trabajo. Lo hizo bajo el lema «Sembradores de esperanza en el mundo del trabajo», en el que lema del Año Jubilar se da la mano con el 30º aniversario de la publicación del documento «La Pastoral Obrera de Toda la Iglesia» y la primera década de camino de la iniciativa ‘Iglesia por el trabajo decente’, dos hitos eclesiales que se consideran fundamentales para la reflexión sobre el mundo laboral desde la perspectiva cristiana.

Una treintena de personas, entre militantes, simpatizantes y amigos de la Pastoral del Trabajo, participaron en una jornada que conjugó momentos para la reflexión, la celebración de la fe y la convivencia. El encuentro comenzó con dos sencillas ponencias sobre el tema central de la jornada. A continuación, se ofrecieron cuatro testimonios breves que abarcaron diversas realidades donde la esperanza era el hilo conductor que las unía: el trabajo con jóvenes y adolescente, la colaboración internacional, los desafíos que enfrentan los inmigrantes y las luchas de los jubilados por unas pensiones dignas. Estos testimonios aportaron una visión amplia y cercana de los diferentes rostros de la esperanza en la sociedad actual.

Estas experiencias dieron paso a una reflexión en grupos, donde se profundizó en diversos textos de la Doctrina Social de la Iglesia. Bajo el formato de «conversaciones en el espíritu», se propició un diálogo abierto y enriquecedor que permitió intercambiar ideas y vivencias a la luz del magisterio social de la Iglesia. El encuentro concluyó con la celebración de la eucaristía, en la que se compartieron los puntos más relevantes de las reflexiones de los grupos, y una comida de hermandad, que permitió a los participantes seguir estrechando lazos y compartiendo la experiencia vivida durante todo el día.

Como explican desde la delegación diocesana de Pastoral del Trabajo, el encuentro «ha sido un testimonio de compromiso y esperanza en un mundo laboral marcado por retos y dificultades, pero también por el potencial de transformación y justicia social, en coherencia con los valores del evangelio». Para el nuevo delegado diocesano, José-Andrés Pérez, el trabajo debe ser una apuesta eclesial, porque «cuando éste se realiza en condiciones dignas, es motor de construcción de una sociedad más justa y fraterna». Según explica, «los agentes de pastoral del trabajo y todos los cristianos debemos poner una mirada misericordiosa y esperanzada en esta realidad, no sólo en el empleo, sino en toda actividad realizada por el ser humano para colaborar a la construcción de nuestra sociedad».