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Paso a paso. Lentamente, pero con majestuosidad. Así ha recorrido esta tarde el Santísimo Cristo de Burgos las calles de su ciudad gracias al callado trabajo de una treintena de costaleros que, hombro a hombro, portan con cariño la venerada imagen después de una intensa Cuaresma de ensayos. «Somos muchos, incluso vamos muy apretados y no vemos nada», confiesa Óscar Tejero, uno de ellos. Debajo del paso, la confianza en el capataz que dirige sus movimientos es total: «Si él dice que hacia adelante, tienes que tener fe en que hay que ir hacia adelante, en que no te vas a chocar y vas a llegar a buen puerto».
Óscar tiene 54 años y los catorce últimos los ha vivido como miembro de la Real Hermandad de la Sangre del Cristo de Burgos y de Nuestra Señora de los Dolores, de la parroquia de San Gil. Ingresó gracias a un amigo de su hijo y ahora toda su familia forma parte de esta ‘familia’: «Yo antes vivía la Semana Santa de vacaciones y, por culpa de Dani, que metió a mi hijo en este mundillo, ahora estamos dentro ‘hasta el cuello’», explica. Tanto, que forma parte de la junta directiva de la hermandad y cuenta los días para volver a meterse debajo del paso de Saturnino Calvo para portar, esta vez, la imagen de la Virgen de los Dolores, en la procesión del Encuentro del Jueves Santo. Y es que, como confiesa, «vivir la Semana Santa debajo de un paso es completamente diferente».
Sentimiento similar es que manifiesta Dani Lope, quien a sus 20 años dirige a los 50 miembros de la Banda de Cornetas y Tambores que acompaña al Cristo. Sus redobles de sus tambores marcan los pasos de los costaleros y la música que suena de sus cornetas y tambores envuelve de solemnidad una de las procesiones más antiguas de la ciudad. «Tenía cinco años cuando entré en la cofradía» y en su banda de ‘tamborcitos’, recuerda, «y siempre veía con mis padres las procesiones. Reconozco que entonces me daban un poco de miedo los tambores», pero con el paso de los años se fue «acercando a la Iglesia, entendiendo que no tocaba porque sí ni para hacer ruido», hasta que acabó «descubriendo la fe».