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Burgos ha vivido este lunes un apagón histórico. Como buena parte de España, la provincia de Burgos ha sufrido –por causas que aún se desconocen– la falta de suministro eléctrico desde pasado el mediodía hasta cerca de las cinco y media de la tarde. Eso sí, la celebración de la misa funeral por el eterno descanso del papa Francisco, fallecido el pasado 21 de abril, y programado para las 18:00h de hoy, nunca ha estado en peligro.

 

La celebración eucarística, a la que ha acudido una representación de las autoridades civiles y militares de la provincia, ha estado presidida por Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, y concelebrada por Mons. Fidel Herráez Vegas, arzobispo emérito; Mons. Ramón del Hoyo López, obispo emérito de Jaén; y buena parte del presbiterio diocesano, incluyendo a parte del Cabildo Metropolitano, encabezado por su deán-presidente, Félix José Castro Lara.

 

En su homilía, el arzobispo ha subrayado que la muerte del Santo Padre «no puede velar la alegría de la Pascua», resaltando su testimonio de fe en Cristo resucitado, núcleo de su pontificado.

El Papa de la Misericordia

Mons. Iceta ha definido a Francisco como «el Papa de la Misericordia», destacando que su primer gran gesto fue convocar el Año Santo de la Misericordia. «Su propio lema episcopal está elegido en la Misericordia», ha recordado, y ha explicado cómo el Papa experimentó personalmente el amor misericordioso de Dios, lo que marcó toda su vida y su misión.

«Definía a la Iglesia como un hospital de campaña», ha indicado el arzobispo, «el lugar donde todos experimentamos la Misericordia de Dios que sana nuestras heridas». Ha insistido en que Francisco quiso llevar ese rostro misericordioso de Dios a toda la humanidad, acercándose con especial ternura «a cada rostro y situación donde se experimenta la soledad y el sufrimiento».

El Papa de la Alegría

La segunda palabra que ha resumido su pontificado ha sido la alegría. «Su primera exhortación apostólica era la alegría del Evangelio», ha afirmado Mons. Iceta, «y después nos habló de la alegría del amor, de la alegría de la santidad, y de la alegría de la verdad».

El arzobispo ha destacado que esta alegría brotaba de haber experimentado la Misericordia y se traducía en una Iglesia en salida, comprometida con las periferias existenciales. Asimismo, ha recordado la aportación del Papa en el cuidado de la casa común con la encíclica Laudato si’, así como su llamada a la fraternidad universal en Fratelli tutti, promoviendo «una cultura del encuentro que genera la paz verdadera».

«No puede haber paz sin verdad, sin justicia, sin perdón y sin misericordia», ha advertido Mons. Iceta, recogiendo las enseñanzas de Francisco sobre la construcción de un mundo reconciliado.

El Papa de la Esperanza

Mons. Iceta ha presentado también a Francisco como «el Papa de la Esperanza». En este contexto, ha recordado que «nuestra vida es una peregrinación en la esperanza», afirmando que «el sufrimiento, el desencuentro, el desamor y la muerte no son las últimas palabras», sino que «el amor, la vida y el perdón de Cristo han vencido para siempre».

El arzobispo ha señalado que la muerte de Francisco, ocurrida en tiempo pascual, invita a mirar hacia el triunfo de la vida sobre la muerte. «Cristo ha vencido todos los males para llenar nuestro corazón y colmar el universo de todas sus bendiciones», ha afirmado.

Un vínculo cercano con Burgos

Mons. Iceta ha recordado la vinculación del papa Francisco con la archidiócesis de Burgos, mencionando que «nombró arzobispos a don Fidel Herráez y a un servidor», y que mostró siempre «un gran interés por el octavo centenario de la Catedral».

El prelado ha relatado también que el Papa recibió recientemente a los seminaristas de Burgos, dedicándoles «una hora larga de diálogo» y ofreciendo unas líneas de reflexión que inspiraron el documento sobre pastoral rural: «Que nunca falte Dios en nuestras tierras», fue uno de los mensajes que dejó entonces.

La luz del Sagrado Corazón

Al concluir su homilía, Mons. Iceta ha realizado una emotiva comparación entre el mensaje del papa Francisco y la simbología de la Catedral. Ha recordado que «por las mañanas acogemos al sol naciente como símbolo de Cristo», y que «al final del día, la última luz entra por el rosetón del Sagrado Corazón».

«El amor humano y divino de Cristo nos aguarda y nos abraza para toda la eternidad», ha afirmado. Desde esta esperanza, ha encomendado el alma del papa Francisco a la Misericordia divina, bajo el amparo de la Virgen María, a quien también está dedicada la basílica donde reposarán sus restos. «Que el Santo Padre repose bajo el manto amoroso de la Virgen María», ha concluido el arzobispo, pidiendo que, como los burgaleses, el Papa Francisco se vea ahora protegido y acogido por el amor maternal de la Madre de Dios.

 

Tras la prédica, han acercado al altar una bandeja con libros, representando la relación del papa Francisco con Burgos: los años jubilares del VIII Centenario de la Catedral y de la Esperanza; o el misal de la beatificación de Valentín Palencia y compañeros mártires, entre otros. Otra de las bandejas contenía unas mascarillas y un gel hidroalcohólico, recuerdo del papel del Papa en la pandemia de la covid-19, y de aquella bendición Urbi et Orbi desde la soledad de la plaza de San Pedro en la Semana Santa de 2020.

 

Otra, una réplica en miniatura de la Cruz de Lampedusa, recordando la importancia que los migrantes han tenido en el magisterio de Francisco. Por último, una bandeja con botellas y camisetas de la Jornada Mundial de la Juventud ha señalado el papel que Francisco ha dado a los jóvenes en la Iglesia, con sus famosos «¡hagan lío!».

 

La celebración ha estado acompañada por el Grupo Vocal Coda, que ha interpretado la Missa pro defunctis, en gregoriano.