En Aranda y la zona de la Ribera del Duero viven personas que nacieron en otras latitudes. Con ellos, la comisión de Pastoral de Migraciones del arciprestazgo de Santo Domingo organiza encuentros periódicos, para conocer de esta manera sus países de origen, su cultura, su religiosidad y su vida diaria aquí en estas tierras. Si ya han habido encuentros sobre Rumanía, Ecuador, Colombia, Bulgaria, Honduras, Marruecos, Argentina, Perú, Venezuela, Ucrania, República Dominicana y México, el pasado sábado tocó el turno a Palestina.
Randa, nacida en aquella tierra, que vive en Aranda desde que llegó con su familia siendo apenas un bebé, fue desgranando su historia y cultura, hasta llegar a nuestros días, con la trágica situación que se vive y que ella no dudó en describir como un «genocidio».
No le gusta definir a sus vecinos como «palestinos», sino como «humanos» que están viviendo «una masacre», «un holocausto en directo a ojos de todo el mundo». Un drama que «ya no sabe cómo calificar», pues asegura que «no tiene nombre» la situación que atraviesa su pueblo. Una situación dramática que se prolonga desde hace demasiados años y que empujaron a Randa y su familia venir a España. «Cualquier persona extranjera que vaya a vivir a otro país sabrá lo que es la fase de adaptación y los problemas que te puedes encontrar, máximo cuando lo que te hace huir de tu país son circunstancias que no te agradan».
Tras aclimatarse a nuestro país –«siempre nos hay ayudado»–, ahora vive en la Ribera, de forma totalmente integrada, aunque con preocupación ante lo que pasa en su tierra de origen. «Esperamos que nuestros gobiernos actúen de una vez por todas y sean tajantes de verdad y el comité internacional actúe legalmente contra Netanyahu y todo su gobierno». «Esperamos que los Palestinos que han vivido esto puedan curarse algún día», desea, aunque prevé que será un camino difícil.
En el mismo día en que se celebraban las exequias del papa Francisco, el encuentro también sirvió para destacar y agradecer el hecho de que todas las tardes, desde que comenzó el último conflicto, él llamaba personalmente por teléfono a la parroquia de Gaza para interesarse por esa comunidad. El encuentro terminó con un coloquio más informal, degustando algunos dulces preparados por esta familia palestina.