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La Delegación de Pastoral para las Migraciones y la Movilidad Humana de la archidiócesis de Burgos ha celebrado este lunes un nuevo Círculo de Silencio en el paseo de la Sierra de Atapuerca, con el objetivo de denunciar pacíficamente la vulneración de derechos que sufren las personas migrantes y refugiadas. En este acto han participado voluntarios y trabajadores de Cáritas Arciprestal de Burgos-Vena y de ManoAmiga. Bajo el lema De aquí o de fuera. Justicia para todos, los cerca de cien participantes han expresado su rechazo al discurso del odio y a las narrativas que enfrentan a las personas pobres según su origen.

En el manifiesto leído durante el acto se ha advertido de que «asistimos en todo el mundo, también en nuestro país, a un alarmante crecimiento del discurso del odio que intenta enfrentar a los pobres nacidos en un país con los pobres que vienen de otros países». Según se ha señalado, este mensaje simplista y manipulador cala con facilidad en sectores vulnerables: quienes necesitan ayudas públicas, no encuentran empleo o tienen dificultades para acceder a una vivienda.

«Debemos desmontar la trampa de enfrentar a los pobres de aquí con los de fuera», se ha afirmado. Aunque se ha reconocido que «cuando no tienes papeles, cuando no puedes trabajar dignamente ni encontrar una vivienda, se producen problemas de integración», el manifiesto ha insistido en que no se debe responsabilizar a las personas migrantes por la precariedad existente, sino cuestionar las estructuras que la generan.

El texto ha recordado que muchas migraciones forzosas se deben a causas económicas y políticas en las que los países ricos «somos cómplices y beneficiarios». Asimismo, ha subrayado que «todos los datos demuestran que los migrantes contribuyen a la economía del país de acogida mucho más de lo que cuestan a los fondos públicos».

El manifiesto ha citado también al papa Francisco, quien el pasado mes de febrero denunció las deportaciones en Estados Unidos y defendió que «un auténtico estado de derecho se verifica precisamente en el trato digno que merecen todas las personas, en especial, los más pobres y marginados». Francisco exhortaba a no ceder ante narrativas que discriminan y a «construir puentes que nos acerquen cada vez más, a evitar muros de ignominia».

El acto ha concluido con una llamada a la unión y la acción conjunta entre personas nacidas en España y migrantes: «Debemos unirnos […] y luchar juntos para que los empresarios no se aprovechen, para que haya más viviendas sociales y los fondos públicos sean los suficientes para todo el que lo necesita».