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La Delegación para la Familia y Vida ha organizado este sábado la celebración de la Pascua de la Familia, que la archidiócesis celebra el V Domingo de Pascua. Una jornada que se ha celebrado en un ambiente festivo y que comenzaba a las 14:00h con un vermut y una paella multitudinaria en la que han podido participar todos los matrimonios que lo han deseado y que se ha realizado en el Espacio Compañeros de Valentín Palencia del Seminario de San José.

 

Tras un rato de juegos familiares regado con café, a las 17:30h ha llegado la parte formativa del encuentro, en la que se ha presentado a los matrimonios el Plan de Educación Afectivo Sexual en el que está trabajando este curso la Delegación.

 

Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, ha señalado la importancia de trabajar este aspecto de la educación de los niños y los adolescentes y el equipo de la Delegación ha señalado las líneas maestras del plan. Los matrimonios participantes en el encuentro han tenido ocasión, además, de realizar aportaciones al Plan y entablar un constructivo diálogo con el arzobispo y con el equipo de la Delegación.

 

De allí, los matrimonios se han trasladado a la Catedral, donde Mons. Mario Iceta ha presidido la celebración eucarística en la que ha bendecido a los matrimonios que celebran sus bodas de plata, oro y diamante. En su homilía, el prelado ha reflexionado sobre el matrimonio cristiano como una vocación que transforma la existencia: «El matrimonio cristiano es un cielo nuevo y una tierra nueva que los que viven en la tierra vieja no son capaces de entender».

A la luz de la liturgia del día, ha recordado que la cruz es un misterio nupcial en el que Cristo se entrega por completo a su Iglesia. En este sentido, ha afirmado que los esposos están llamados a amar «como yo os he amado», es decir, con un amor que se dona por encima de la falta, del pecado y de la debilidad. «No es posible vivir el matrimonio cristiano sin la gracia de Dios», ha subrayado.

Mons. Iceta ha animado a ver en el cónyuge una fuente de salvación: «Curiosamente, el Señor me otorga su gracia a través de tu cónyuge; tu cónyuge es quien te salva». Ha citado varios pasajes de la exhortación apostólica Amoris laetitia, del papa Francisco, para destacar que la espiritualidad matrimonial consiste en vivir la comunión familiar como camino hacia la unión mística, al igual que lo hacen los consagrados desde la vida contemplativa. «Cambiar pañales, dar biberones o hacer los deberes con los hijos es también un camino de santificación», ha dicho.

Dirigiéndose a los jóvenes, ha advertido del error de confundir el amor con el sentimiento: «Los sentimientos cambian como las estaciones del bosque. El amor es roca firme, más allá que la emoción, que el sentimiento o el estado de ánimo». También ha alentado a los matrimonios de mayor edad a perseverar en la ternura, «el amor en la fragilidad», que permanece cuando ya no interesa lo físico, sino lo profundo y verdadero.

«Volver a la tierra antigua —ha concluido— es fuente de frustración y sufrimiento. En cambio, vivir la tierra nueva del amor hasta la muerte es fuente perenne de felicidad». Tras agradecer el testimonio de los matrimonios presentes, ha invocado la bendición de Dios para que sostenga y santifique su amor, y ha pedido la intercesión de la Virgen María para que todos los fieles vivan el mandamiento nuevo del amor como discípulos de Cristo.