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En el marco de la celebración del 950 aniversario del traslado de la sede episcopal de Oca a la ciudad de Burgos, el Cabildo Metropolitano ha encargado una nueva cátedra o sede episcopal para el altar mayor de la catedral de Burgos. El deán-presidente del Cabildo, Félix José Castro Lara, y el vicepresidente y prefecto de Liturgia, Agustín Burgos Asurmendi, han sido los encargados de presentar la sede a los medios de comunicación.

 

La nueva sede episcopal, elaborada en alabastro por los Talleres Granda de Madrid, incorpora en su respaldo una simbología alusiva a Pentecostés, con la representación de los Apóstoles y del Espíritu Santo, y presenta el escudo episcopal de Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, actual arzobispo. Tiene un peso de 1.300 kilogramos y el Cabildo ha desembolsado por ella 50.000 euros.

 

El diseño sigue la línea estética de la mesa de altar, con la utilización de los denominados ‘pétalos nazaríes’, que también estará presente en el ambón que se ha encargado a los mismos artesanos y que se recibirá en los próximos meses, lo que otorgará coherencia al conjunto litúrgico.

 

El significado de la sede episcopal

La cátedra es el signo por excelencia del ministerio episcopal y del carácter propio de la catedral, que es la iglesia madre de toda diócesis. Así lo recordaba san Juan Pablo II: «En la catedral se encuentra la cátedra del obispo, signo de magisterio y de potestad eclesial, así como símbolo de la unidad de los que comparten la fe que el obispo… custodia, proclama y comparte con la Iglesia universal» (Mensaje por la reapertura de la catedral de Urbino-Urbania-Sant’Angelo in vado, 27 de mayo de 2002).

 

La liturgia también señala la centralidad de este elemento. El Ceremonial de los obispos prescribe que la sede «deberá ser única y fija, colocada de modo que se vea con claridad que el obispo preside toda la comunidad de los fieles» (n. 47). Solo el obispo titular puede ocuparla en las celebraciones litúrgicas en la catedral.

 

Esta renovación con ocasión del aniversario diocesano subraya el profundo significado teológico y pastoral de la cátedra. Según el Concilio Vaticano II, el obispo es «el gran sacerdote de su grey» (SC 41), «pastor, maestro de doctrina y ministro de gobierno» (LG 20), y «verdadero y auténtico maestro de la fe» (CD 2). Su sede en la catedral, por tanto, es imagen visible de Cristo, Maestro, Pastor y Pontífice.

 

Desde el año 1075, cuando se trasladó la sede desde Oca a Burgos, la ciudad ha sido el centro espiritual y eclesial de la diócesis. La nueva cátedra recuerda esta historia y renueva su sentido: un único altar, una única Eucaristía y un único obispo, como expresión de la comunión en la Iglesia local.

 

La catedral —en palabras de Benedicto XVI— «es el centro de la Iglesia diocesana, la sede del obispo, encargado de la unidad entre todas las comunidades locales» (Mensaje a Notre-Dame, 1997). La nueva cátedra refuerza esta dimensión de unidad y servicio, en una Iglesia llamada a vivir como cuerpo vivo en el que todos los fieles, con sus dones y carismas, edifican la comunión en torno a su pastor.