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Un grupo de 18 personas de la archidiócesis de Burgos ha participado en el Jubileo de las Familias que se ha celebrado en Roma este pasado fin de semana.
El sábado, prontito por la mañana, los participantes participaron junto con familias de otras partes de España en una celebración eucarística presidida por Mons. Ángel Pérez Pueyo, obispo de Barbastro-Monzón, que les animó a ser parte de esta «orquesta sinfónica» que es la Iglesia donde cada familia, cada comunidad y cada vocación tiene su lugar único e insustituible; cada familia, con sus dones y sus heridas, es parte de esta sinfonía que Dios compone con sus vidas.
Junto con el grupo amplio de familias que coordinaba la Subcomisión Episcopal para la Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española (CEE), las familias llegadas de Burgos atravesaron la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. El sol incansable de Roma no pudo con la alegría de cruzar la Puerta Santa, turnándose la cruz procesional durante el recorrido hasta ella. Dentro les esperaba una visita al interior de la basílica, en la que recibieron la ayuda y la guía de Raúl Abajo, sacerdote de la archidiócesis que actualmente está terminando sus estudios en Roma.
Paseos por la Ciudad Eterna, recorriendo algunos de los sitios emblemáticos: el Vaticano, la plaza de España, la plaza Navona, el Panteón, la Fontana de Trevi, la plaza del Popolo, el Trastevere… y la gastronomía italiana: pizzas, pomodoro con albahaca, pasta y helados italianos que también dejan un recuerdo intenso y un deseo de volver.
La eucaristía en la plaza de San Pedro con el papa León XIV fue un momento de alegría y de palpar el sentido de la peregrinación. Mas de 60.000 fieles provenientes de familias de más de 120 países de todos los continentes, unidas en un mismo sentir, como dijo el Papa: «Unirnos a la oración de Jesús que sigue orando al Padre por nosotros. Su oración actúa como un bálsamo para nuestras heridas; nos habla de perdón y reconciliación. Esa oración da pleno sentido a nuestra experiencia de amor mutuo como padres, abuelos, hijos e hijas. Eso es lo que queremos proclamar al mundo: estamos aquí para ser ‘uno’, como el Señor quiere que seamos ‘uno’ en nuestras familias y en los lugares donde vivimos, trabajamos y estudiamos. Diferentes, pero ‘uno’; muchos, pero ‘uno’; siempre, en cada situación y en cada etapa de la vida», concluyó el Santo Padre.