Pese a haber vivido la fe cuando era pequeño, José reconoce haberse alejado de la vida activa en la Iglesia con el paso de los años. «Tengo recuerdos de rezar con mis padres antes de dormir, de dar gracias… pero tras la comunión no seguí con la catequesis. Poco a poco dejé de ir a misa, aunque seguía rezando a mi manera», relata.
Sin embargo, esta misma tarde, ha decidido dar un paso importante en su vida de fe, recibiendo el sacramento de la confirmación, una opción que tomó en el contexto de su preparación matrimonial. «Cuando decidimos casarnos, mi mujer ya estaba confirmada. No exigieron que yo lo estuviera, pero sentí que era el momento de dar un paso adelante y vivir mi fe de forma más consciente y comprometida», explica.
Durante varios meses, José ha participado en un proceso de formación y catequesis que describe como una experiencia enriquecedora. «He compartido momentos con personas cercanas, abiertas y muy atentas. Escuchar sus historias y ver cómo ayudan a los demás ha sido muy valioso. Incluso mi mujer nos acompañó algunos sábados y también disfrutó mucho», añade mientras se muestra ilusionado con seguir formándose y creciendo en la fe. «Nos han hablado de retiros y otros espacios que me gustaría vivir como parte de este camino», concluye.
Su historia es una más entre los 51 adultos que esta tarde han recibido el sacramento de la confirmación en la catedral. La inmensa mayoría supera los 25 años y han decidido completar su iniciación cristiana después de meses de preparación y catequesis en la parroquia de San Martín de Porres o en Nuestra Señora de Fátima. Otros se han preparado a través de los retiros Emaús y Effetá, a través de la capellanía castrense, en el colegio mayor San Jerónimo o en las parroquias del Hermano San Rafael y San Cosme y San Damián. La celebración de este sábado, no sólo marca un hito en la vida personal de estos adultos, sino también en la vida de la comunidad diocesana, que acoge con alegría su compromiso, como les ha trasladado el arzobispo.
Colmar la sed de plenitud
Monseñor Mario Iceta ha asegurado que «el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad» y que con su ayuda, «llevará a plenitud lo que nuestro corazón ansía y pide» –que va más allá de nuestras esperanzas «que nunca son definitivas»– y que consiste en la felicidad que nunca termina. Para el arzobispo, la sed que todos buscamos calmar con sucedáneos como el materialismo, el bienestar o los ‘likes’ en las redes sociales, sólo puede verse colmada en Dios: «Los que aman, viven; los que experimentan el amor, su corazón crece. Y el Señor se ofrece para calmar nuestra sed de plenitud, sed de amor, para que yo lo elija», ha insistido.
Los confirmandos han aportado 850 euros como donativo que se repartirá a partes iguales entre la Casa de Acogida San Vicente de Paúl y las religiosas Agustinas Doroteas, algunas de las realidades eclesiales que han conocido durante sus catequesis. Los 51 adultos confirmados hoy se suman a los otros 9 que recibieron el sacramento en Aranda de Duero el pasado 16 de mayo y los otros 8 que hicieron lo propio en Miranda de Ebro el 23 de mayo.