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El pequeño pueblo ribereño de Hontangas se convirtió en capital de la religiosidad popular en la Ribera este sábado, 7 de junio, acogiendo a miles de personas que acudieron en romería a honrar a la Virgen de la Cueva. Bajo esta advocación, 16 municipios de la antigua Comunidad de Villa y Tierra de Aza se acogen al amparo de la Virgen.

 

La tradición de congregar a los vecinos y vecinas de estos pueblos para honrarla se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se celebró el primero de los jubileos marianos con la idea de repetirlos cada 50 años. La historia recoge varias citas más, al margen de estas convocatorias periódicas, puesto que también se invocó el amparo colectivo de la Virgen de la Cueva ante algunas epidemias y conflictos bélicos del siglo XX. La última de las convocatorias fue en el año 2000, coincidiendo con el inicio del milenio.

 

La convocatoria del pasado sábado comenzó con la procesión desde la original ermita rupestre en la que se venera a la Virgen de la Cueva. Representantes de los 16 pueblos convocados (además de Hontangas, que ejercía de anfitrión, acudieron Haza, Adrada de Haza, Torregalindo, Campillo de Aranda, Hoyales de Roa, Moradillo de Roa, Castrillo de la Vega, Fuentelisendo, Fuentecén, Fuentenebro, Fuentemolinos, Valdezate, La Sequera de Haza, y los pueblos segovianos de Aldehorno y Aldeanueva de la Serrezuela) acompañaron la imagen de la Virgen con pendones concejiles y cruces de guía hasta la campa en la que tuvo lugar la romería.

 

En la amplia explanada de las Eras se celebró la Eucaristía presidida por el obispo emérito de Ciudad Rodrigo y natural de la Ribera, Mons. Raúl Berzosa y concelebrada por sacerdotes del arciprestazgo de Santo Domingo de Guzmán y nacidos en la comarca ribereña. La Virgen acompañó a sus devotos hasta ser devuelta a la ermita con el rezo del rosario a media tarde.

 

La jornada de convivencia continuó con la comida campestre, danzas castellanas, la interpretación por dos actuales juglares de las coplas a la Virgen de la Cueva del religioso agustino Serafín de la Hoz, bibliotecario del monasterio de La Vid, la música del Nuevo Mester de Juglaría y otras actuaciones musicales que alargaron la jornada hasta entrada la noche.