Por primera vez desde su constitución en 2019, el joven arciprestazgo de Santo Domingo de Guzmán, celebró una jornada de convivencia para reunir a los fieles de toda la Ribera del Duero. Este sábado, 21 de junio, alrededor de 200 personas de distintos pueblos de toda la comarca participaron en el Día del Arciprestazgo de Santo Domingo de Guzmán para celebrar juntos la fe y la comunión eclesial.
Con inesperado protagonismo para la lluvia que, lejos de arruinar la programación, contribuyó a aligerar el calor del primer día de verano, a reforzar los lazos entre los participantes y a despertar el ingenio para que la jornada mantuviera su espíritu de convivencia. La localidad de Hontangas fue anfitriona de la jornada, compartiendo el patronazgo de la Virgen de la Cueva, cuya imagen acompañó a lo largo del día a los fieles participantes.
La mañana se desarrolló como estaba prevista, comenzando por el traslado de la imagen de la Virgen en procesión desde su original ermita rupestre hasta la arboleda cercana, donde se celebró la Eucaristía. Acompañado por varios sacerdotes de la comarca, presidió la misa el arcipreste, Francisco Javier Valdivieso, quien animó a los participantes a salir al encuentro de otras personas y realidades, como hizo María, cuando salió de su casa y se puso en camino para ayudar a su prima Isabel.
A ejemplo de la Madre, Valdivieso animó a los cristianos y cristianas de la Ribera a no cerrarse en sus parroquias y, por el contrario, hacer comunidad con el resto de pueblos, ayudar a quienes tienen necesidades y salir al encuentro de las personas que están alejadas. Peticiones y ofrendas recogieron también el deseo de ser Iglesia unida y cercana a la realidad, alegrías y necesidades de la Ribera.
Tras la Eucaristía comenzaron los preparativos para una comida campestre compartida, momento en que se sucedieron varios chaparrones veraniegos, cortos pero intensos. Los ingenios para evitar que la lluvia diera al traste con las viandas y para eludir una ducha inesperada provocaron risas y reforzaron el hermanamiento entre quienes también compartieron comida, anécdotas y conversación.
Un buen ambiente para continuar con una sobremesa de juegos populares y bailes con dulzaineros y tamboriles antes de devolver la imagen de la Virgen a su ermita. Y aunque la lluvia también quiso acompañar la procesión de vuelta, no impidió que los y las fieles bailaran a la Virgen durante todo el camino hacia el templo. Allí, para despedir el día, el veterano párroco de Hontangas, Carlos Cristóbal González, dirigió unas cariñosas palabras a la Virgen de la Cueva, encomendándola la protección de los pueblos y sus habitantes, y animó el canto de la Salve a Santa María.
El buen sabor de boca de la jornada alienta la preparación de una próxima el año que viene, para continuar reforzando los lazos de comunión entre los fieles del arciprestazgo de Santo Domingo de Guzmán y animar su presencia en la Ribera.