La comunidad del Seminario de Burgos ha participado este martes, 24 de junio, en el acto central del Jubileo de los Seminaristas: la meditación que el papa León XIV ha dirigido a los seminaristas llegados de todo el mundo desde el presbiterio de la basílica de San Pedro.
León XIV, que ha sido recibido con entusiasmo por los miles de seminaristas que poblaban las naves de la Basílica vaticana, les ha agradecido su alegría y energía, que alimenta «la llama de la esperanza en la vida de la Iglesia». Además, se ha animado con el español, con el que ha ensalzado a aquellos que «han aceptado con valentía la invitación del Señor a entrar en el seminario. Hay que ser valientes y no tengan miedo». «El seminario, sea cual sea su concepción, debe ser una escuela de afectos. Hoy en particular, en un contexto social y cultural marcado por el conflicto y el narcisismo, necesitamos aprender a amar y a amar como Jesús», ha agregado el Santo Padre.
En ese sentido, el Pontífice les ha indicado la necesidad de la oración para llegar «a la interioridad» sobre todo «en una época en la que estamos hiperconectados y se hace cada vez más difícil experimentar el silencio y la soledad». De ahí que haya invitado a los seminaristas a «invocar con frecuencia al Espíritu Santo, para que moldee en ustedes un corazón dócil, capaz de captar la presencia de Dios, también escuchando las voces de la naturaleza y el arte, la poesía, la literatura y la música, así como las ciencias humanas», ha añadido León XIV.
El Santo Padre también ha instado a los seminaristas a «escuchar el clamor, a menudo silencioso, de los pequeños, los pobres y los oprimidos, y de muchos, especialmente los jóvenes, que buscan un sentido a sus vidas», así como a rechazar «cualquier disfraz e hipocresía» dentro de los seminarios. «En un mundo donde a menudo hay ingratitud y sed de poder, donde a veces parece prevalecer la lógica del derroche, están llamados a ser testigos de la gratitud y la gratuidad de Cristo, del júbilo y la alegría, de la ternura y la misericordia de su Corazón», ha concluido León XIV.