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La Semana Española de Misionología ha concluido este viernes en Burgos con un llamamiento firme a renovar el compromiso misionero de la Iglesia, no sólo como reflexión teórica, sino como actitud vital encarnada en el día a día. Durante la clausura, el arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta, ha agradecido a ponentes, organizadores, voluntarios y participantes una edición que ha calificado de «días de comunión, oración y destierro misionero». «Hoy más que nunca, el mundo necesita misioneros de la esperanza», ha afirmado, señalando que esa esperanza cristiana, lejos de ser ingenua, brota del encuentro con Cristo y se traduce en gestos concretos «en las periferias, en los corazones rotos, en los jóvenes sin rumbo o los migrantes rechazados».

 

Durante el acto se ha anunciado públicamente la concesión del Premio Beato Paolo Manna, que otorgan las Obras Misionales Pontificias, al profesor que ha impartido la conferencia de clausura —de quien no se ha facilitado el nombre en la transcripción—. José María Calderón, director nacional de OMP, ha señalado que este galardón distingue a quienes destacan en la animación, formación y espiritualidad misionera en España. «Ya con esta conferencia se lo ha merecido», ha apuntado.

 

Mons. Iceta ha instado a que esta experiencia no quede como un paréntesis, sino que «se traduzca en caminos concretos», como el apoyo a las vocaciones misioneras, el sostenimiento de los misioneros y una renovación pastoral de las comunidades locales. «Evangelizar es, ante todo, amar —ha recordado—, y nadie ama si no está dispuesto a compartir la vida». Con una Eucaristía de envío, la Semana ha cerrado su 77.ª edición, recordando que «la misión continúa y recomienza en cada gesto cotidiano».