TT Ads

 

En un mundo que a menudo deja a muchas personas atrás, Cáritas sigue siendo un lugar donde cada persona cuenta. En 2024, las once Cáritas Diocesanas de Castilla y León acompañaron a 62.832 personas en situación de vulnerabilidad. Más de 102.000 personas se beneficiaron del trabajo cotidiano de una red que, con presencia en todo el territorio, sigue creyendo que la esperanza se construye en lo concreto de cada historia, de cada persona. Porque mientras haya personas, hay esperanza.

 

Una esperanza que se hace posible gracias a los 494 lugares de acción repartidos por pueblos, barrios y ciudades de nuestra Comunidad. Desde ahí, los equipos de Cáritas tejen vínculos, acompañan procesos de vida y sostienen espacios que promueven una sociedad más justa, acogedora y solidaria. Es en esa cercanía donde se transforma la realidad.

 

Todos los datos que recogen las páginas de la Memoria Regional han sido posibles gracias a la inversión de más de 47 millones de euros, destinados a sostener proyectos que acompañan, alivian y transforman vidas. Pero, sobre todo, ha sido posible gracias al compromiso de 3.630 personas voluntarias, que desinteresadamente siembran esperanza en nuestra Comunidad cada día, y al trabajo profesional y cercano de 1.127 técnicos que, con dedicación y humanidad, hacen posible que ninguna realidad de dolor nos resulte ajena.

 

A ellos se suma el apoyo imprescindible de socios, donantes y entidades colaboradoras, cuya generosidad constante sostiene el día a día de esta red fraterna. Juntos, hacen realidad una Cáritas que no solo asiste, sino que acompaña.

 

Estos datos han sido presentados hoy en el Arzobispado de Valladolid, en una rueda de prensa que ha contado con la presencia de Mons. Luis J. Argüello García, arzobispo de Valladolid, y la exposición de Guenther E. Boelhoff , presidente de Cáritas Autonómica de Castilla y León, e Ignacio Ruiz, secretario general de la entidad y de Cáritas Diocesana de Burgos.

 

El programa de empleo: un pilar para Cáritas

Tener un empleo no es solo una fuente de ingresos. Para muchas personas, es la puerta de entrada a una vida más autónoma, a una nueva oportunidad, a la recuperación de la dignidad. Por eso, el acompañamiento al empleo sigue siendo uno de los pilares fundamentales de la acción de Cáritas.
En 2024, las Cáritas Diocesanas de Castilla y León atendieron a 11.317 personas a través de sus programas de empleo, con una inversión global superior a los 8 millones de euros. A través de la orientación laboral, la formación adaptada y la mediación con empresas, personas que llegan con historias de precariedad, exclusión o desánimo, encuentran en este proceso una oportunidad real de reconstruir su proyecto vital.

 

Una pieza clave en este camino son las 7 empresas de inserción social promovidas por las Cáritas de la región. Desde la hostelería hasta la jardinería, pasando por el sector textil o la reutilización, estos proyectos empresariales no solo generan empleo digno, sino que se convierten en auténticos espacios de oportunidad para muchas personas en Castilla y León.

 

Combatiendo la exclusión

La exclusión social es una situación en la que personas o colectivos quedan al margen de los recursos, oportunidades y derechos que permiten una vida digna. Puede manifestarse de forma moderada, severa o extrema, y afecta a miles de personas en nuestra Comunidad. En 2024, más de 9.000 personas acudieron a las Cáritas de Castilla y León en situaciones de exclusión.

 

Uno de los programas más relevantes en este ámbito es el de personas sin hogar, que atendió a 5.107 personas —el más numeroso de los tres programas de exclusión. Frente a esta realidad, la respuesta de Cáritas ha ido más allá de la cobertura de necesidades básicas. El foco ha estado en acompañar desde las potencialidades de cada persona, promoviendo su participación activa, la toma de decisiones y la reconstrucción de su sentido vital.

 

Otro de los ejes fundamentales ha sido el programa de atención a personas reclusas y exreclusas, que acompaña todas las etapas del proceso penal: desde el ingreso en prisión hasta la vuelta a la vida en libertad. En 2024, este trabajo vivió uno de sus momentos más significativos con la salida programada de un grupo de internos para colaborar en la reconstrucción del Monasterio de Santa María de Rioseco (Burgos), en una experiencia de reparación, comunidad y dignidad.

 

También el programa de salud ha sido una respuesta concreta frente a situaciones de sufrimiento asociadas a la salud mental, las adicciones o el VIH/Sida. Más de 4.000 personas fueron acompañadas en este ámbito, en procesos que requieren escucha, tiempo, estabilidad y una mirada profundamente humana.

 

Situaciones de exclusión en 2024: migración, emergencia y vivienda

En 2024, Cáritas ha seguido estando al lado de quienes se enfrentan a las fronteras más duras de la exclusión: la migración, la emergencia y la falta de vivienda. Para muchas personas migrantes en situación administrativa irregular, sin red ni derechos garantizados, esta red ha sido un espacio de acogida, orientación y acompañamiento, como se visibilizó en las XXII Jornadas Regionales celebradas en El Burgo de Osma.

 

También la emergencia provocada por la DANA activó una respuesta rápida y comprometida en toda Castilla y León, canalizando la solidaridad de miles de personas y atendiendo necesidades urgentes como realojamientos, apoyo emocional o ayuda jurídica. Junto a ello, la vivienda se ha consolidado como una de las principales preocupaciones: pagar un alquiler desorbitado o vivir con el miedo constante a perder el hogar afecta ya a miles de familias en la Comunidad. Desde Cáritas se han reforzado las ayudas económicas para sostener esta necesidad básica, insistiendo en que sin un techo seguro no hay posibilidad real de reconstruir la vida.

 

Llamamiento a la búsqueda del bien común y a construir una sociedad más fraterna

El llamamiento de Jesús a la fraternidad universal debe hacerse presente de forma especial en el ámbito político; la búsqueda del bien común exige reducir la crispación, mantener un diálogo constructivo y afrontar las diferencias de un modo más humano. Los primeros heridos por la agresividad, la intolerancia y la negación del contrario son siempre los más desfavorecidos.