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Un año más, y ya van cuarenta y tres, varios burgaleses han participado en la peregrinación diocesana al santuario de Nuestra Señora de Lourdes. Organizados por la Hospitalidad Diocesana, y encabezados por el arzobispo, monseñor Mario Iceta, 54 jóvenes, 32 enfermos, 40 peregrinos, 39 enfermeras, 10 sacerdotes, dos médicos y 14 camilleros han participado en los diversos actos de piedad que se organizan en torno a la gruta de las apariciones. Cuatro días intensos de oración y convivencia que han logrado que los peregrinos regresen a Burgos «satisfechos y con el corazón agradecido».

Así al menos lo siente Estela Alonso de Linaje, presidenta de la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes. Es la primera vez que coordinaba el viaje, una experiencia que «ha disfrutado mucho». Reconoce que organizar la peregrinación «supone un excelente trabajo en equipo que requiere mucha dedicación y muy buena organización», pero que el esfuerzo merece la pena porque «te encuentras con mucha gente ilusionada». «Hay peregrinos que llevan 20 o 30 años participando y cada año van con más ilusión», reconoce.

La expedición de este año partió el pasado jueves 28 de agosto, con la presencia institucional de la alcaldesa, Cristina Ayala, que despidió a los peregrinos en la estación de autobuses. En el santuario mariano se han sucedido los momentos de oración, con la celebración de la eucaristía en la gruta de las apariciones, el tradicional rosario de las antorchas o la participación en el Via Crucis.

«Al visitar la gruta de la Virgen, los peregrinos experimentan una mezcla de de sentimientos de emoción, fe, paz y consuelo», explica Estela. A nivel personal, la peregrinación ha supuesto para ella una vivencia «muy reconfortante», pues ha vuelto llena «de alegría, agradecimiento, satisfacción y paz». «Atender a los enfermos y personas mayores que vienen con tanta ilusión a ver a la Virgen es nuestra labor más importante y, sin darnos cuenta, recibimos más de lo que damos». «Muchos son la única vez que salen de casa en todo el año. Es una experiencia que engancha», reconoce.

Hospitalidad y hermanamiento

Un hecho que se está repitiendo en los últimos años es la afluencia notable de jóvenes que participan en la peregrinación. Muchos de ellos acuden como voluntarios y, una vez en el santuario, se suman a otros jóvenes que acuden de otros puntos de España a colaborar en la logística y atender a los enfermos. Estela relata que «su alegría, vitalidad y el cariño que han dado a los mayores» es signo de una «relación inter generacional estupenda».

Edu, un joven de Badajoz, agradece la invitación de la Hospitalidad burgalesa, que le ha hecho disfrutar de «una experiencia muy bonita e inolvidable», según traslada. Ha acudido invitado por un amigo y para él ha supuesto «algo increíble que no se puede explicar con palabras». «Una experiencia que recomienda a todo el mundo», insiste.