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«Necesitamos cristianos que vivan su fe con coherencia, no como si fuese una ideología, sino con un compromiso al servicio del bien común y de los más necesitados». Son las estas palabras con las que el arzobispo, mons. Mario Iceta, ha inaugurado la décima edición de la Jornada Diocesana de Formación y con las que ha esbozado el reto que la archidiócesis se ha puesto por delante durante el recién estrenado curso pastoral. «Queremos cristianos que no sólo realicen tareas eclesiales, sino que se involucren en el campo social».

En efecto, sin perder de vista las propuestas de primer anuncio, acompañamiento y sinodalidad, trabajadas en años anteriores, la prioridad pastoral para el nuevo curso es mejorar la presencia de los cristianos en la esfera pública. De esta manera, el arzobispo ha pedido a los agentes de pastoral reunidos en la Facultad de Teología estar presentes en «los espacios donde se toman decisiones que afectan a la vida de todos, en la política, la universidad, los medios de comunicación, los sindicatos, el mundo empresarial y económico, la cultura». Y todo, porque «la vida pública no es contraria a la fe, sino que es campo de misión. Es ahí donde se juega la santidad de los laicos», ha concluido.

Necesidad de formación

Hacerse presentes en estos ámbitos no es tarea fácil, «requiere formación», ha insistido el arzobispo aludiendo a las numerosas propuestas que oferta la Facultad de Teología. La jornada de hoy también ha querido ayudar en esta tarea, a través de una ponencia a cargo de José Francisco Serrano Oceja.

En su intervención, ha desgranado algunas de las características de la sociedad actual, que es «líquida», «compleja» y «está cansada», como han resumido algunos filósofos contemporáneos. Y es en este contexto de «decepción» hacia la política, la economía, la tecnología, la ciencia y la posibilidad de paz y bienestar donde «los cristianos deben mostrar la grandeza de su fe como una novedad para la historia» «sin despreciar el mundo». Su presencia social es hoy «más complicada e insegura» que en la antigua época de cristiandad, donde la alianza con el poder facilitaba su actuación pública. Ahora, «la función crítica de los cristianos es la denuncia profética incluso de los poderes que hoy actúan contra la dignidad de la persona». Por último, Serrano ha destacado que la sociedad actual vive inmersa en un «pluralismo de ofertas de sentido» fruto de la secularización.

En este contexto, el periodista ha subrayado la necesidad de cristianos que «generen confianza» y participen en el diálogo público como un agente social más. De esta manera, la «franqueza, la libertad de palabra y la apertura de corazón» son algunas de las disposiciones que han de plantear los cristianos en los campos donde se debate el bien común y personal, sin ejercer el control sobre los demás, sino a través de «un diálogo sin polarizaciones», pues eso supone el «reconocimiento del otro como persona e hijo de Dios».

Política, cultura y comunicación son la triada de espacios donde los cristianos deben generar confianza, a juicio de Serrano. Junto a ellos, también ha señalado como ámbitos donde realizarla la familia, la educación –como lugar de producción cultural– y la comunidad.   Tras la conferencia ha tenido lugar un diálogo con el ponente y se han expuesto algunas actividades diocesanas próximas en el calendario. Se ha anunciado de forma especial el Aula de Doctrina Social de la Iglesia, de la cátedra Francisco de Vitoria de la Facultad, que girará este año en torno a la presencia cristiana en la vida pública.