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De los 480 euros que cobra de pensión, Desi dedica 230 a pagar el alquiler de la habitación donde «subsiste», y eso que su arrendatario «es conocido, si no, los alquileres suben a 400 euros o más». «No es una casa y apenas tienes intimidad, pero al menos no estoy en la calle», explica con resignación. Además, el próximo 28 octubre deberá acudir al juzgado como «investigado» por una falsa denuncia por infracción de tráfico, a pesar de que lleva «años sin conducir ni tener coche». Pero, como él mismo explica, aunque «a perro flaco todo se vuelven pulgas», «saldremos adelante como sea», también con la ayuda de Cáritas, que «siempre le hecha una mano hasta donde puede».

Desi advierte que nadie está exento de perder un día todo lo que tiene. Si fuera ministro de Vivienda pediría a los propietarios «que no pongas tantas pegas» a la hora de alquilar, facilidades «para poder echar a los inquilinos si se portan mal», y «más promoción de casas sociales», para que, «como se hace con algunos colectivos concretos, pudiera servir para muchos más». Porque las personas sin hogar «también somos un voto y muchas veces no se nos tiene en cuenta», denuncia.

Como Desi, otras 1.211 personas han sido atendidas por Cáritas en Burgos, Aranda y Miranda en sus programas de Personas Sin Hogar y Acceso a la Vivienda sólo en lo que va de año. Y es que la situación de sinhogarismo crece cada año, aumentando significativamente el número de mujeres (8,84%) y jóvenes menores de 36 años (el 34,10%). Unas cifras a las que habría que sumar las que maneja la Fundación Lesmes, que ha atendido en lo que va de año a 52 personas, teniendo su centro casi al 100% de ocupación.

«El problema de la vivienda exige una actuación decidida, no puede convertirse en una competición entre los últimos y los penúltimos», ha subrayado David Polo, responsable del programa de Personas Sin Hogar de Cáritas. Polo ha advertido también del impacto creciente de la salud mental y las migraciones forzadas: «Las crisis sociales y humanitarias hacen que miles de personas acaben en nuestras calles. Debemos invertir más y mejor para lograr una integración real». Una reivindicación a la que también se suma Pilar Martínez, de la fundación Lesmes, quien ve complicado que los participantes de sus programas abandonen su centro para poder encontrar un lugar digno donde vivir, especialmente entre los menores migrantes no acompañados una vez que alcanzan la mayoría de edad.   Ante el día de las Personas Sin Hogar, que se celebra este domingo, Cáritas hace un llamamiento a garantizar el derecho a una vida digna para quienes viven sin hogar o en condiciones precarias. «Soñamos con algo muy sencillo y profundamente humano: que toda persona tenga garantizado su derecho a un nivel de vida digno», ha afirmado Mario Vivanco, delegado de Cáritas Burgos.

Vivanco ha recordado que el sinhogarismo no es sólo una cuestión de vivienda, sino de derechos: «Las personas sin hogar también sueñan: con tener reconocimiento, con pertenecer, con que sus derechos no se esfumen al perder una vivienda». Desde Cáritas y Fundación Lesmes se ha insistido en la necesidad de un compromiso real de las administraciones públicas «para que nadie quede atrás» y se garantice el acceso a vivienda, empleo, salud y atención social. Para facilitar el acceso progresivo de las personas a un recurso habitacional, Cáritas está flexibilizando la estancia en su albergue y respalda el proyecto de acogida comunitaria en familias, parroquias y entidades religiosas «para ofrecer acompañamiento y alojamiento temporal a personas migrantes».

 

Este viernes, a las 12:00 horas, se celebrará un acto público en la Plaza Mayor de Burgos para reivindicar los derechos de las personas sin hogar y visibilizar sus sueños «en una imagen propositiva y esperanzadora». Porque «todas las personas tenemos sueños», como insiste Desi, que anhela, como muchos otros, una vida mejor.