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El cementerio municipal de San José ha acogido este sábado la celebración de la solemnidad de Todos los Santos, presidida por el arzobispo de Burgos, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, en una jornada marcada por la oración y la esperanza cristiana. Acompañado por varios sacerdotes y numerosos fieles, el arzobispo ha subrayado en su homilía que esta fiesta «no se celebra en las tinieblas ni en el miedo, sino en la luz, en el amor y en la misericordia».

 

Mons. Iceta ha recordado que la solemnidad de Todos los Santos «es la promesa de una esperanza», porque «ahora vemos a Dios en la fe, pero un día lo veremos tal como es». En este sentido, ha animado a los presentes a mirar la vida «no como un camino hacia la oscuridad o la perdición, sino hacia un amor inmenso», convencidos de que «el día del entierro de nuestros seres queridos no fue un ‘hasta nunca’, sino un ‘hasta el Cielo’».

 

El arzobispo ha presentado el Evangelio de las bienaventuranzas como «el camino de la santidad cotidiana», que se vive «en la caridad, el servicio y la misericordia». «No hay otro camino —ha dicho— que el ejercicio diario del amor: dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, visitar al enfermo y al encarcelado». En ese mismo camino, ha añadido, «cada dificultad y cada entrega se convierten en pequeñas semillas de santidad».

 

Por último, Mons. Iceta ha recordado la visión del Apocalipsis como «imagen del destino último de nuestra vida: un lugar de luz, de amor y de inmensa felicidad». «Pedimos al Señor —ha concluido— que acoja con misericordia a nuestros hermanos difuntos y que ellos, desde su presencia junto a Dios, nos animen en nuestra carrera hacia la eternidad».