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No hay Iglesia sin eucaristía, no hay eucaristía sin Iglesia. Esta máxima teológica ha sido una realidad a lo largo de la historia, también en Burgos. La celebración que presiden los obispos ha alimentado a los cristianos en la milenaria vida de la Iglesia por estas tierras, desde sus orígenes, en Oca, hasta Burgos, pasando por Valpuesta, Sasamón, Muñó o Gamonal.

Esta línea del tiempo ha quedado reflejada en una alfombra de serrín preparada con mimo por los seminaristas en uno de los días clave de su calendario. Al 950 aniversario del asentamiento definitivo de la sede episcopal en Burgos, los candidatos a recibir un día el sacerdocio han querido vincular también el Jubileo Universal ‘Peregrinos de Esperanza’ y el 75 aniversario del dogma de la Asunción de María. Una amalgama de aniversarios para dar contexto a su fiesta del Reservado, una entrañable celebración eucarística con la que recuerdan la primera ‘reserva’ del Santísimo Sacramento en el sagrario de su capilla.

El vicario episcopal territorial ha sido el encargado de dirigir la meditación de esta tarde, donde ha subrayado que en un mundo desalentado «que navega en la incertidumbre», «Jesús nos transforma como el barro en manos del alfarero» para «regalarnos esperanza», como ha sucedido a lo largo de los siglos. Para Julio Alonso, «es justo mirar al pasado para agradecer a tantas personas que nos han trasmitido la llama de la fe». Ahora, ha dicho, «nos toca a nosotros avivar esta llama que se nos ha regalado, aportando nuestros carismas y tareas, compartiendo con los demás y viviendo una espiritualidad de comunión» a través de la «argamasa del afecto, el cariño y la amistad», mostrando un claro compromiso hacia los más necesitados.

El rezo de vísperas y la procesión eucarística por los pasillos del Seminario han sido el punto culminante de una jornada que comenzaba esta mañana con la misa presidida por el arzobispo, mons. Mario Iceta y tras la cual el Santísimo Sacramento ha quedado expuesto durante todo el día.

Fue en 1897 cuando el Seminario diocesano de San José abrió sus puertas con una solemne eucaristía, un año después de que el cardenal fray Gregorio María Aguirre y el beato Manuel Domingo y Sol impulsaran su construcción. Desde entonces, y cada segundo domingo de noviembre, los seminaristas y los sacerdotes que allí han recibido su formación se citan para celebrar esta fiesta.