El paseo de la Sierra de Atapuerca ha acogido este lunes una nueva edición del Círculo de Silencio, convocado bajo el lema Menos promesas, más acción. En su convocatoria número 143, el gesto mensual de oración y reflexión ha querido unir su voz a la de quienes reclaman una acción política y social más decidida frente a la crisis climática, coincidiendo con la inauguración de la Cumbre del Clima COP 30, que se celebra estos días en Belém (Brasil).
Organizado por la Delegación de Pastoral para las Migraciones y la Movilidad Humana, el Círculo de Silencio ha contado con la participación del Departamento para la Promoción de la Ecología Integral de la archidiócesis de Burgos, recordando la estrecha relación entre el cambio climático y las migraciones forzosas, simbolizada mediante unas maletas y paraguas colocados en el centro del círculo. Como han subrayado los organizadores, «el clamor de la tierra y el clamor de los pobres, las familias, los pueblos indígenas, los migrantes involuntarios y los creyentes de todo el mundo» —en palabras del papa León XIV— urgen a una conversión ecológica que implique a todos los niveles de la sociedad.
El mensaje central del encuentro se ha articulado en torno a tres ejes: justicia en la acción, reclamando el fin de la era fósil y un calendario vinculante para eliminar el carbón, el petróleo y el gas; justicia en la transición, que garantice empleos dignos y un apoyo decidido a la agroecología; y justicia financiera y fiscal, que reconozca la deuda ecológica del norte global y promueva un «jubileo por el clima» en favor de los países más vulnerables.
Los participantes han pedido que la COP 30 se traduzca en decisiones concretas y verificables, y no en declaraciones vacías. «No solamente pedimos —se recordó—, sino que también nos comprometemos: todos podemos hacer algo más y algo mejor para cuidar nuestro entorno y acoger a quienes llegan huyendo de la pobreza, la violencia o los desastres naturales».
Con este gesto silencioso, la Iglesia de Burgos ha querido renovar su compromiso con el cuidado de la creación, la justicia climática y la solidaridad global, sumándose a la llamada del papa a pasar de las palabras a los hechos en la defensa de la casa común.






