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La capilla de Santa Tecla de la catedral de Burgos ha acogido este domingo la celebración del Jubileo de los Docentes, una cita que ha reunido a un nutrido grupo de profesores de Religión y educadores de los centros católicos de la provincia, entre ellos un número destacado de docentes de los colegios de la Fundación Manjón-Palencia. La eucaristía, presidida por el arzobispo emérito, Mons. Fidel Herráez Vegas, ha puesto el acento en la identidad espiritual de la vocación educativa y en la fecunda tradición de la Iglesia en el ámbito de la enseñanza.

 

En su homilía, el arzobispo emérito ha partido de las lecturas del día, que han invitado a construir la vida sobre la roca firme del Evangelio. Ha recordado que cada creyente está llamado a verificar «hasta qué punto estamos construyendo nuestra vida asentándola firmemente en Dios» y ha animado a los presentes a comprender el Jubileo como una ocasión privilegiada para renovar la propia identidad y profundizar en la misión recibida. «Conviene estar construyendo esta vida que el Señor nos ha regalado hasta el último momento de nuestra existencia», ha señalado.

 

Dirigiéndose después expresamente a los docentes, Mons. Herráez ha ofrecido una serie de reflexiones sobre la importancia de la tarea educativa, en el marco de los sesenta años de la declaración Gravissimum educationis. Ha subrayado, en primer lugar, el carácter estable y no pasajero de la misión del educador, que contribuye de manera decisiva a la evangelización en cualquier ámbito. «Es la forma en la que el Evangelio se convierte en gesto educativo, en cultura», ha indicado, aludiendo a la dimensión transformadora que la enseñanza puede imprimir en la vida de los alumnos.

 

El arzobispo emérito ha recordado que la educación constituye «una de las formas más altas de caridad cristiana», como ha mostrado la historia de la Iglesia desde la creación de las primeras universidades. Ha insistido en que la labor docente ha sido siempre un servicio que hunde sus raíces en la fe y que busca acompañar el crecimiento integral de la persona, sin reducir la enseñanza a una actividad funcional.

 

Otro de los elementos centrales de su mensaje ha sido la idea de la educación como obra «coral», una tarea que se realiza siempre en comunión con otros. «Nadie educa solo», ha subrayado, recordando que todo proyecto pedagógico requiere personas unidas y sintonizadas para generar vida y abrir horizontes. En este sentido, ha remarcado que el fundamento último de la acción educativa es la persona y su dignidad, que reclama ser acompañada para desplegar sus capacidades y aspirar a la mejor versión de sí misma. «No educamos únicamente para un provenir, sino para ayudar a ser mejores personas», ha explicado.

 

Mons. Herráez ha defendido también el valor de una educación integral, que abarca todas las dimensiones del ser humano y se opone a enfoques meramente mercantilistas. Ha señalado que la escuela católica ofrece un ambiente propio en el que «se entrelazan fe, cultura y vida», y ha recordado que la familia continúa siendo el primer ámbito educativo, no tanto por los conceptos transmitidos como por la vida compartida y los ejemplos cotidianos.

 

Asimismo, ha animado a los docentes a no subordinar la educación al mercado laboral y a favorecer un crecimiento que configure comportamientos y actitudes coherentes. La fe, ha dicho, «no es algo añadido, sino el aliento que oxigena» toda la existencia y que permite comprender el sentido último de la tarea educativa. Ha reconocido, además, la larga y fecunda historia de la Iglesia en este servicio y ha invitado a los profesores a vivir su vocación con la certeza de que «merece la pena la vida» entregada a la formación de las nuevas generaciones.

 

La celebración ha concluido con una acción de gracias por todos los docentes presentes y con la invitación a continuar construyendo la vida personal y la misión educativa sobre la solidez del Evangelio.

 

Jubileo en la Catedral

Antes, los docentes habían sido convocados en la Puerta del Sarmental de la Seo metropolitana. Allí, han recibido una pequeña introducción que les ha recordado el sentido del Jubileo. Después, los docentes han tenido la ocasión de visitar las nuevas puertas de la Catedral, inauguradas el pasado 29 de noviembre y, tras ello, han recibido una breve motivación en clave de oración, dirigida por el sacerdote diocesano Diego Luis Diez, que se ha inspirado en las palabras que dirigió el papa Francisco al convocar este Jubileo: «los educadores que educan la mente, que educan desde el corazón y que educan con las manos».