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Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, ha presidido este 24 de diciembre en el Seminario de San José el tradicional acto de felicitación de Navidad a la Curia Diocesana y a toda la archidiócesis, en un encuentro marcado por el agradecimiento, la reflexión pastoral y la invitación a vivir el servicio como eje de la vida eclesial.

 

El acto ha comenzado con la intervención de Carlos Izquierdo Yusta, vicario general, que ha realizado un resumen de las principales prioridades pastorales con las que ha trabajado la archidiócesis a lo largo del año. En su intervención, ha recordado al arzobispo que la Curia y el presbiterio están a su servicio y le ha ofrecido su colaboración y disponibilidad para seguir caminando juntos, a la par que le ha agradecido su presencia y disponibilidad en estos cinco años que lleva al frente de la archidiócesis burgense.

 

Mons. Iceta ha agradecido de manera expresa la presencia de varios obispos eméritos: Mons. Fidel Herráez Vegas, arzobispo emérito de Burgos; Mons. Ramón del Hoyo López, obispo emérito de Jaén; Mons. Cecilio Raúl Berzosa Martínez, obispo emérito de Ciudad Rodrigo; y Mons. Vicente Rebollo Mozos, obispo de Tarazona. De modo especial, ha destacado la labor de Mons. del Hoyo en el impulso del proceso de canonización de 124 mártires de Jaén, que fueron beatificados el pasado 13 de diciembre, subrayando su testimonio de santidad y entrega durante la persecución religiosa de los años treinta.

 

En su felicitación navideña, el arzobispo ha recordado que su lema episcopal es Omnium servus («Servidor de todos»), y ha señalado que «todos somos servidores» y ha precisado que «los sacerdotes están para servir a los laicos, y los obispos a sacerdotes y laicos», recordando que el Papa es «el siervo de los siervos de Dios». En ese contexto, ha expresado su deseo de servicio con palabras personales: «Tengo un deseo grande de serviros, a pesar de mis defectos y limitaciones».

 

Mons. Iceta ha animado a levantar la mirada «al cielo que se hace tierra, al Niño que se hace esclavo por amor», en un mundo herido por la prisa, la incertidumbre y la polarización. Frente a ello, ha señalado que la Iglesia está llamada a ser «fermento de unidad, no de unicidad», valorando la diversidad de laicos y sacerdotes como una «bendita cromaticidad en la unidad del amor».

 

El arzobispo ha aludido también al último Informe FOESSA de Cáritas, que constata el aumento de la exclusión social, especialmente entre jóvenes y familias con menos recursos, y ha pedido que el corazón no se enfríe tras la Navidad, recordando que «Navidad tiene que ser todos los días». Mons. Iceta ha concluido con un agradecimiento a los misioneros y a los sacerdotes mayores por su entrega fiel y silenciosa.

 

La celebración ha concluido con la adoración al Niño Jesús por parte de los sacerdotes y fieles laicos que han participado en ella.