Como es habitual el Viernes Santo, esta tarde, el arzobispo de Burgos ha presidido la celebración de la Pasión y Muerte de Cristo en el altar mayor de la Catedral. Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa ha estado acompañado por el arzobispo emérito, Mons. Fidel Herráez Vegas, así como por parte del Cabildo Metropolitano de Burgos, encabezado por su deán-presidente, Félix José Castro Lara.
La celebración ha comenzado con los arzobispos tendidos en el suelo frente al altar, como marca la liturgia de este día. Durante la liturgia de la Palabra, se ha proclamado la Pasión según San Juan. En el momento de la muerte de Cristo, los celebrantes y los fieles congregados en la Catedral han guardado un momento de silencio postrados de rodillas.
Una vez concluida la Pasión, Mons. Iceta ha dirigido unas palabras al pueblo de Dios, en las que les ha dicho que le parece que «el relato de la Pasión, el relato inmenso del amor de Dios, el lugar central de los Evangelios, a veces es poco meditado durante el año. Los santos frecuentemente meditaban la Pasión, porque en esta meditación vemos la inmensidad del amor de Dios».
El arzobispo se ha fijado en la segunda lectura, la de la Carta a los Hebreos, para señalar que «tenemos un Sumo Sacerdote grande, no como los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento, que eran limitados. Es grande porque es Dios verdadero y hombre verdadero, y es grande porque su amor es infinito. Es capaz de abrir de par en par las puertas del Cielo. Se compadece», ha señalado.
«Hemos visto la extrema soledad de Jesús en el camino de la Pasión. Nadie, salvo su madre y algunas santas mujeres, se compadecía de Él. El justo que es injustamente condenado. Nadie le da de comer o de beber durante la noche que pasa solo. Cuando Pilato, de un modo artero, intenta liberarlo y aparece Barrabás, no dicen ‘suéltalo’, dicen ‘crucifícalo’. Los soldados romanos juegan con Él al ‘juego del rey’. Le escupen, le abofetean…», ha recordado Mons. Iceta.
«No solo se compadece, sino que encarna en sí tus sufrimientos. Podemos ir escarbando en la Pasión, cómo se va encarnando. Por ejemplo, en el juicio en el que es condenado. ¿Cuántas veces a ti te han condenado, sin preguntarte siquiera, y han hablado de ti? ¿Cuántas veces has sido agredido sin tener ninguna responsabilidad? ¿Cuántas veces han elegido al malhechor en vez de a ti? Es el sufrimiento del justo. Es lógico que la gente se pregunte ‘¿por qué hay niños que mueren penosamente? ¿por qué hay gente que muere de hambre?’ Jesús responde a ese sufrimiento diciendo ‘hoy estaréis conmigo en el Paraíso’. El Señor se compadece de ti cuando nadie se ha compadecido de ti. Sobre Él acoge todos los sufrimientos. No hay ni un sufrimiento humano que no aparezca reflejado en la Pasión. Sufrimientos físicos, psicológicos, sociales, familiares, espirituales… Por eso dice la Carta ‘acércate al que te comprende’».
Tras el rezo de la oración universal, el vicepresidente del Cabildo ha tomado una cruz cubierta por un paño morado y, tras descubrirla en tres momentos, ha sido situada a los pies del altar para su adoración. Después de ese momento, se ha ofrecido la comunión con el Santísimo Sacramento consagrado durante el Jueves Santo y reservado en el monumento situado en la capilla de Santa Tecla.