Los santos son los «hijos e hijas predilectos de nuestra familia, que se llama Iglesia». Los restos de algunos de ellos se han recogido en una cruz de madera dorada, bruñida y con un estofado en tonos rojos en señal de martirio que desde hoy descansa en la capilla de las reliquias de la catedral de Burgos. Un lugar emblemático construido en el siglo XVIII y que alberga los restos de santos que el Cabildo custodia desde el siglo XI.
«Ellos son capaces de mostrarse como ejemplo porque traducen en la carne lo que Dios nos habla por medio de su Palabra», ha explicado el arzobispo, mons. Mario Iceta, en una eucaristía que ha tenido lugar esta tarde y que ha contado con la participación de miembros de la vida consagrada de la provincia.
Ellos fueron los que decidieron recopilar, en el marco del año jubilar de la catedral– setenta reliquias de santos de sus respectivas congregaciones que, de alguna manera, están vinculados con la archidiócesis de Burgos. Algunos nacieron aquí y otros desarrollaron aquí parte de su actividad apostólica. La lista la completan algunos santos que fundaron órdenes religiosas que actualmente desarrollan su actividad apostólica en la provincia. Algunos son mártires, «los que dieron testimonio pleno y perfecto del amor de Dios hasta el derramamiento de la sangre y el perdón de quienes les hacían daño». Son los que murieron en la persecución religiosa del siglo pasado y cuyas reliquias ocupan el brazo horizontal de la cruz. En el palo vertical, se han incrustado las reliquias de santos y venerables fundadores. Todos son «testigos y maestros de vida, amor y misericordia; testigos de santidad», como los ha calificado el arzobispo.
El pastor diocesano también ha agradecido la entrega de los religiosos y religiosas que «desgastan su vida como una vela», pero «produciendo luz y calor». «Estáis en todos los lugares donde hay sufrimiento, soledad y oscuridad, para ser luz, presencia, compañía», les ha agradecido el arzobispo.