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Este domingo, el Secretariado de Pastoral para las Personas con Discapacidad de la archidiócesis de Burgos ha organizado una misa con motivo del Día Internacional de la Discapacidad que se celebra este martes, 3 de diciembre. La Iglesia en España se ha sumado a este día con el lema Todos juntos regalamos esperanza.

 

La celebración eucarística, que ha tenido lugar en la capilla de Santa Tecla de la catedral de Burgos, ha estado presidida por Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, y ha contado con la presencia de numerosas personas con discapacidad, algunas de las cuales han colaborado activamente, leyendo lecturas y la Oración de los Fieles. También ha participado una representación del Ayuntamiento de Burgos y de algunas de las asociaciones que trabajan con personas con discapacidad en Burgos. La misa contaba con una intérprete en Lengua de Signos Española (LSE) de ARANSBUR.

 

En el comienzo del nuevo año litúrgico, Mons. Iceta ha reflexionado sobre las tres venidas de Cristo, recordando que «Dios nos visita cada día», tal como señaló San Bernardo. Ha invitado a los fieles a evitar que las preocupaciones de la vida emboten el corazón y los alejen de la presencia divina, destacando la necesidad de serenidad en un mundo marcado por la ansiedad y la falta de sentido. «Cuando ponemos nuestra vida en las manos del Señor, se calman todos los miedos; esa es la verdadera esperanza», ha afirmado.

 

El arzobispo ha subrayado también la importancia de la transformación interior como medio para alcanzar la justicia y la paz. «El hombre por sí solo no es capaz de traer ni la paz ni la justicia de modo definitivo», ha apuntado, destacando que esta renovación sólo puede lograrse a través de la gracia de Dios.

 

Mons. Iceta empleó la metáfora de una cirugía cardíaca para ilustrar la acción transformadora de la gracia de Dios en el ser humano: «Si los corazones del mundo no se dejaran llevar de la codicia, la avaricia o el odio, sino que fueran transformados por la gracia de Dios, capaces de amar y perdonar, el mundo cambiaría radicalmente».

 

Según el arzobispo, esta intervención divina comienza en lo más profundo de cada persona, sanando sus heridas interiores y permitiendo que florezcan la paz, la justicia y la esperanza en sus vidas y en la sociedad. Esta reflexión enlaza con el mensaje del profeta Jeremías, que en la primera lectura decía ‘Yo cumpliré mi promesa, yo haré justicia y derecho en la tierra’.

 

Dirigiéndose a las personas con discapacidad, Mons. Iceta recordó que las limitaciones, sean físicas o interiores, no disminuyen la plena humanidad ni el amor que Dios tiene por cada uno. Invitó a todos, sin importar sus circunstancias, a servir a los demás: «Nadie tiene tanta limitación que sea incapaz de donarse».

 

Finalmente, el prelado agradeció al Cuerpo de Artilleros de Burgos –que el año pasado le nombró ‘artillero de honor’– y pidió la intercesión de Santa Bárbara por quienes, como ellos, trabajan por la paz y la protección de los más vulnerables. Con este mensaje, Mons. Iceta animó a los fieles a vivir el Adviento como un tiempo de encuentro con Cristo, alimentado por la oración y las buenas obras.