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«La catequesis es una obra de arte de Dios». De esta manera, igual que ocurre en el estudio de un artista, en el trabajo de acompañamiento a niños y jóvenes en la catequesis también están presentes los elementos con los que un creador compone su trabajo: la materia prima, el proceso creativo y las herramientas con la que construye. «Pero toda obra de arte es siempre individual. Por eso, nuestra tarea es personalizar e individualizar la obra de arte que Dios está haciendo con nuestros catequizandos. Por eso, el acompañamiento que realizamos con ellos, demás de grupal debe ser también individual».

Fue la principal tesis que el sacerdote Enrique Ybáñez trasladó a los catequistas el pasado sábado en su encuentro diocesano anual. «No podemos renunciar a la personalización del camino. Y eso se hace no sólo con la hora de catequesis, sino también con la atención a los momentos por los que pasa el catequizando». De esta manera, preguntar qué tal estás, visitar a los niños cuando juegan su partido de fútbol, conversar con su padres o llamarlos el día de su cumpleaños pueden ser ocasiones para facilitar ese acompañamiento personalizado. «Así, en el acompañamiento grupal, como existe este acompañamiento individual, se habla de una manera o de otra», pudiendo lanzar «mensajes personales en el acompañamiento grupal», cuestiones que, además, «ayudan a los demás».

A debatir estas reflexiones, más de 160 catequistas venidos de toda la archidiócesis, con especial presencia de catequistas del mundo rural, dedicaron la jornada del sábado, que la delegación diocesana para la Catequesis ha recuperado tras unos años de ausencia. Además de la sesión de formación, hubo tiempo para el trabajo y la reflexión en grupos acerca del modo en que los niños están siendo acompañados en sus parroquias y cómo los propios catequistas sienten que están siendo acompañados en su tarea por la Iglesia.

El punto central de la jornada fue la celebración de la eucaristía, presidida por el vicario de Pastoral, José Luis Lastra. En medio del Año Santo 2025, y en la capilla central del Seminario, lugar de peregrinación de este jubileo, los catequistas pudieron lucrar de esta manera la indulgencia. La jornada concluyó con una comida de hermandad y una velada amenizada por Diego Rodríguez, catequista en la parroquia de la Sagrada Familia.

Para el nuevo delegado diocesano para la Catequesis, Isaac Hernando, es importante «fomentar la importancia del acompañamiento entre nuestros catequizandos, sus familias y entre los propios catequistas. Hay que moldear nuestro corazón con lo que Dios quiere para cada uno de nosotros y eso es siempre más fácil si lo hacemos junto a otros».