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La catedral de Santa María la Mayor ha acogido este viernes, 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Virgen María, la tradicional celebración en honor a la patrona de Burgos y de la archidiócesis. Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa ha presidido la Santa Misa en un templo repleto de fieles, subrayando que «nuestra Madre está en el cielo» y que todos los cristianos están llamados a compartir su destino glorioso.

 

Además, a la celebración eucarística ha acudido Cristina Ayala Santamaría, alcaldesa de Burgos, quien ha pronunciado el tradicional voto de la ciudad a la Virgen acompañada de los maceros municipales. Antes de concluir, el arzobispo ha impartido la bendición papal y ha tenido una palabra de recuerdo para todas las personas afectadas por los incendios en nuestro país.

 

Un dogma muy querido por la Iglesia y por España

Antes de la proclamación de la Palabra de Dios, se ha realizado un gesto con el Leccionario para estrenar el ambón, que ya luce nuevo a juego con el altar y con la cátedra del arzobispo.

 

Ya en la homilía, Mons. Iceta ha recordado que el dogma de la Asunción de María en cuerpo y alma fue proclamado por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950, tras consultar al episcopado mundial. Una verdad de fe, ha señalado, profundamente arraigada en la devoción popular: de las 69 catedrales españolas, 33 están dedicadas a este misterio. Entre ellas, la de Burgos, que el rey san Fernando confió a Santa María la Mayor en su advocación de la Asunción.

 

Mons. Iceta ha ofrecido una reflexión a partir de las lecturas proclamadas. En el libro del Apocalipsis, ha destacado la imagen del Arca de la Alianza que guía al pueblo de Dios y ahora se encuentra para siempre en su corazón; la visión de la mujer vestida de sol, coronada de doce estrellas, que ha traspasado el tiempo y habita en la eternidad; y la lucha contra el dragón, símbolo del poder sin amor que Cristo ha vencido con su cruz y resurrección.

 

María, signo de servicio y esperanza

En el Evangelio de la Visitación, el arzobispo ha resaltado cómo María, tras concebir al Hijo de Dios, se pone en camino para servir a su prima Isabel. Recordando a san Juan Damasceno, ha comparado el salto de alegría de san Juan Bautista en el seno materno con las danzas del rey David ante el Arca de la Alianza.

 

«Ojalá nosotros vibremos ante la presencia del Señor y la Virgen María», ha exhortado, lamentando que muchas veces prevalezcan la indiferencia, la tristeza o la falta de esperanza. Frente a ello, ha invitado a unirse al cántico del Magníficat, que exalta la humildad y la pobreza confiada en Dios y denuncia la soberbia, la riqueza y el poder que oprimen.

 

Llamados a transformar el desierto en Reino de Dios

Mons. Iceta ha concluido recordando que, mientras los cristianos peregrinan por el “desierto de la vida”, están llamados a convertirlo en un lugar donde florezcan la misericordia, la justicia y la santidad. «Tenemos que plantar fuentes de agua con el amor y desterrar todo mal e injusticia, hasta que toda la humanidad sea recapitulada en el corazón de Dios», ha afirmado.

 

El voto de la ciudad

Tras la homilía, la celebración ha continuado con el tradicional voto de la ciudad a Santa María la Mayor, que cada año hace algún representante municipal. En esta ocasión, ha sido la alcaldesa de Burgos, Cristina Ayala Santamaría, la que ha pedido a la Virgen

 

La celebración eucarística ha concluido con la bendición papal impartida por el arzobispo, que ha ofrecido a los presentes la posibilidad de lucrar una indulgencia plenaria. Mons. Iceta ha tenido unas palabras de aliento para todas las zonas de nuestro país que están afectadas por la lacra de los incendios, y ha pedido a la Virgen que mantenga lejos de nuestras tierras el fuego.

 

Con esta celebración eucarística, Burgos ha renovado un año más su devoción a Santa María la Mayor, pidiendo por la intercesión de la Virgen de la Asunción que acompañe, proteja y guíe a la ciudad y a toda la archidiócesis.