TT Ads

 

La participación como voluntaria de Marie-Christelle Negre —una joven francesa instalada en Cardeñadijo, donde colabora con la parroquia— en el Jubileo de los Jóvenes de Roma 2025 no ha sido fruto de la casualidad. Tras haber servido como voluntaria en la JMJ de Lisboa 2023, se sintió llamada a presentar de nuevo su candidatura: «Me inscribí en febrero de 2024 y me aceptaron», recuerda.

 

Y es que, además de en la última JMJ, Marie-Christelle ya había servido como voluntaria en la JMJ de Río 2013 y en los Encuentros del Mediterráneo en Marsella, a los que asistió el papa Francisco. También fue voluntaria en la JMJ de Madrid 2011, acogiendo a los peregrinos que llegaron a Burgos para pasar los días en als diócesis, antes de acudir a Madrid, ya como peregrina. «Pero ser voluntaria en el Jubileo me ha llenado como nunca. Me encantó la diversidad de los voluntarios, y el poder practicar cuatro idiomas», señala.

 

Durante los días de la peregrinación ha desarrollado distintas labores, especialmente en torno a la basílica de San Pedro, acogiendo grupos de peregrinos, ayudando en los accesos a las audiencias papales o acompañando en la jornada de confesiones celebrada en el Circo Máximo. «El primer sacerdote que acogí en el Circo Máximo era francés y resulta que además, de eso, era de la comunidad del Emmanuel, en la que participo con Gorka, mi marido. Todo ha sido gracia de Dios», apunta

 

«Fue una oportunidad para hablar con muchísima gente, ayudarles a no hacer demasiada cola y comprobar la motivación de tantos jóvenes por el sacramento de la reconciliación», explica.

Momentos de fraternidad y oración

Entre los recuerdos más intensos de esta experiencia, la voluntaria burgalesa destaca la convivencia con otros jóvenes de múltiples países, la participación en la Eucaristía, la adoración y el testimonio de fe compartido. «Me conmovió especialmente la tarde en que acompañé a un grupo de polacos bajo una tormenta en la Via de la Conciliación; rezamos juntos y, tras la lluvia, apareció un sol radiante. Comprendí que así es el camino de la fe: Dios nos ayuda a volver a ver la luz».

 

El ambiente vivido en Tor Vergata durante la vigilia y la adoración con el Papa también la ha marcado profundamente: «Un silencio inmenso de oración se hizo presente; todos de rodillas, respirando la paz y el amor del Señor».

 

Ser luz y esperanza en el día a día

El mensaje del papa León XIV ha resonado en su corazón: «Nos recordó que somos la sal de la tierra y la luz del mundo. El mundo necesita esperanza, y nosotros debemos transmitirla». Marie-Christelle asegura que esta experiencia le impulsa a continuar su compromiso de voluntariado en Burgos, en lugares como San Juan de Dios o la Casa de San Vicente de Paúl.

 

Convencida de que la entrega transforma, invita a otros jóvenes a vivir experiencias semejantes: «No dudéis en apuntaros como voluntarios. Es una manera única de crecer en la fe, de salir de la zona de confort y decirle sí al Señor con alegría y valentía».