«El catequista es una persona de palabra, una palabra que pronuncia con su propia vida». Su vocación a la educación en la fe de niños, adolescentes y jóvenes hace que compartan con ellos «un camino constante», el mismo que han realizado miles de ellos durante la peregrinación jubilar el último fin de semana en Roma. Como aseguró el Santo Padre en la misa que presidió con ellos en la plaza de San Pedro, «los catequistas dejan un signo interior». «Cuando educamos en la fe no hacemos un adiestramiento, sino que ponemos en el corazón la palabra de vida, para que produzca frutos de vida buena».
Participando en este jubileo se encontraban 17 catequistas de las parroquias de La Inmaculada, El Salvador y San Martín de Porres de la capital, así como otros de Aranda de Duero y Briviesca. Han viajado a Roma junto a medio centenar de catequistas de Ávila, Zamora y Palencia, en una propuesta conjunta de las delegaciones de Catequesis de Castilla y León «para facilitar las tareas de organización y como signo de comunión entre las diócesis vecinas», como detalla el responsable burgalés de esta pastoral, Isaac Hernando.
Desde el jueves 25 y hasta el día de ayer, los catequistas han participado en diversos actos en la Ciudad Eterna. El viernes mantuvieron un encuentro de españoles y una vigilia de oración; el sábado asistieron a una audiencia especial con el papa León XIV en la plaza de San Pedro y el domingo participaron en la eucaristía en la que fueron instituidos 39 catequistas de todo el mundo. Además, tuvieron tiempo de visitar las cuatro basílicas mayores y conocer otros rincones significativos de Roma. «Ha sido una buena experiencia», para algunos, incluso, «ha sido la primera vez que han salido de España».
Como indica Hernando, este viaje ha supuesto «una experiencia de comunión» y un modo para «re ilusionarse con la tarea de hacer apostolado entre los más pequeños y adolescentes de nuestras parroquias junto a las familias, para que puedan encontrarse y querer más a Jesus».