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Este miércoles, 1 de octubre, coincidiendo con el inicio del mes de las misiones, Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, ha enviado a la misión al sacerdote de la archidiócesis Juan Antonio Cabrera Ruiz, en una celebración eucarística que ha tenido lugar en la parroquia de la Sagrada Familia, donde Cabrera ha ejercido su ministerio pastoral, primero como diácono y, una vez ordenado, como vicario parroquial durante 9 años.

 

La misa ha estado marcada por un ambiente de alegría y de esperanza, en el que se entremezclaban la emoción de la despedida con la ilusión del nuevo camino que emprende Juan Antonio, que ejercerá su ministerio sacerdotal en San Fernando del Valle, la capital de la provincia argentina de Catamarca.

 

«El Señor abre el camino»

En su homilía, Mons. Iceta ha recordado la figura de santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, cuya memoria se celebraba en la jornada. Ha invitado a seguir su ejemplo de humildad, sencillez y confianza, actitudes que — ha subrayado— «llenan el corazón de paz». El arzobispo ha señalado que el ministerio sacerdotal se caracteriza por tres entregas: «la del tiempo, los proyectos y los afectos». «Todo en la vida del sacerdote ha de ser para el Señor, todo en su plan», ha asegurado.

 

Dirigiéndose a Juan Antonio, le ha animado a confiar plenamente en la acción de Dios: «El Señor abrirá para ti el camino de la evangelización, como abrió el Mar Rojo para el pueblo de Israel. Él no permitirá que te falte lo necesario para anunciar el Evangelio con alegría y esperanza». Además, ha recordado que la misión no es un abandono: «No te despedimos, te enviamos. Sigues siendo de nuestro presbiterio, apoyado por nuestra oración y nuestro cariño».

 

Tras la homilía, Cabrera se ha acercado a Mons. Iceta para realizar el rito de envío. En primer lugar, el arzobispo le ha entregado una vela encendida del cirio pascual. Tras ello, Mons. Iceta ha bendecido una sencilla cruz que le ha impuesto en el cuello.

 

«Voy con incertidumbre, pero sostenido por la oración»

Al concluir la celebración, el sacerdote misionero ha expresado su gratitud a Dios y a la comunidad diocesana por este nuevo envío. «Voy con incertidumbre, con la cruz de no saber qué me espera, pero confiado en que el Señor no me deja solo», ha afirmado. Ha explicado que en Catamarca comenzará una misión en un barrio nuevo: «No me han dicho lo que tengo que hacer. No me han dicho ‘tienes que construir una parroquia’, ‘tienes que llevar la catequesis’…. no me han dicho nada. Frente a eso, la Iglesia me sostiene con su oración». Por ello, ha pedido a los presentes que recen por él: «La oración es lo que más nos une, aunque la distancia sea grande. No voy solo, voy sostenido por vuestra cercanía y por vuestra intercesión».

 

La delegada de Misiones, Maite Domínguez, ha agradecido el testimonio de Juan Antonio y de todos los misioneros de la archidiócesis. «Hoy damos gracias a Dios por la entrega de Juan Antonio y por cada uno de los que, desde Burgos, han sabido escuchar la llamada del Señor y salir al encuentro de otros hermanos», ha afirmado. Ha invitado también a hacer vida el lema del Domund de este año: «Seamos misioneros de esperanza entre los pueblos».

 

La celebración ha concluido con la bendición del arzobispo a Juan Antonio, que parte hacia Argentina con la certeza de que «el Señor abre siempre el camino de la misión», como le ha dicho Mons. Iceta en la homilía. Su partida supone una gran pérdida para la archidiócesis de Burgos, pero al mismo tiempo es un testimonio vivo del compromiso de la Iglesia con la misión evangelizadora.