Escucha aquí el mensaje de Mons. Mario Iceta
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy me dirijo a vosotros con alegría y con esperanza, para presentarnos juntos ante la campaña del DOMUND 2025, que celebramos de manera particular este domingo 19 de octubre — jornada dedicada a la misión universal de la Iglesia.
Este año, bajo el lema Misioneros de esperanza entre los pueblos, se nos invita a renovar nuestro compromiso con la misión ad gentes, a unir nuestras oraciones y nuestras fuerzas para que el Evangelio llegue a los rincones donde aún no ha sido anunciado plenamente.
El DOMUND — Domingo Mundial de las Misiones — es una ocasión en la que la Iglesia universal se hace consciente de su vocación fundamental: anunciar a Jesucristo a todos los pueblos, especialmente allí donde la comunidad cristiana es débil o inexistente.
La campaña no es solo una colecta económica: es, sobre todo, una llamada espiritual, un impulso para que todo bautizado se sienta corresponsable de la misión. Somos invitados a “ser esperanza” mediante la oración, el testimonio y la colaboración con nuestros bienes.
Tal como advierte el mensaje de esta campaña, «Cristo resucitado es la fuente de nuestra Esperanza … esa esperanza … se manifiesta … como gesto de comunión entre los pueblos». En estos tiempos de tanta dificultad en el mundo — crisis sociales, conflictos, pobreza, secularización — la misión de la Iglesia no es opcional; es urgente.
Para animar esta campaña, Obras Misionales Pontificias ha preparado testimonios de misioneros españoles que compartieron misión con quien luego sería el Papa, Robert Prevost, en el Perú. Uno de ellos, el obispo Jesús Moliné, recuerda el espíritu infatigable de servicio, la determinación de llegar «hasta el último caserío» y la apertura a las personas que necesitan encontrarse con Cristo.
Su testimonio nos interpela: ¿cómo podemos abrir nuestro corazón para apoyar la misión, no solo con recursos materiales, sino con “espíritu misionero” en la oración cotidiana y en el compromiso solidario?
En un mundo que muchas veces corre hacia lo superficial, los misioneros nos recuerdan la urgencia de recuperar lo esencial: llevar a Cristo a quien no lo conoce o no lo ha experimentado.
Esta campaña presenta tres acciones que podemos realizar. La primera es la oración: orar por los misioneros, por los pueblos que esperan el Evangelio, por la valentía de quienes anuncian la fe. La segunda es el testimonio: no basta solo con hablar de misión: nuestra vida debe mostrar el rostro misericordioso de Jesús, abierto al prójimo, en el servicio a los necesitados y en el testimonio evangélico mediante las obras y también la palabra. Y, en tercer lugar, compartir nuestros bienes para sostener la tarea evangelizadora de miles de misioneros en las Iglesias más jóvenes.
Abramos el corazón a la misión universal. No la dejemos solo para los misioneros «lejanos», sino como horizonte para nuestra vida cristiana cotidiana. Participemos activamente en octubre misionero. En nuestras parroquias tendremos encuentros de oración por las misiones, conferencias y testimonios misioneros y exposición de material del DOMUND. Colaboremos con generosidad. Recordemos que muchas iglesias jóvenes dependen del apoyo económico del DOMUND para sostener su vida pastoral, su misión evangelizadora, sus obras de caridad y de promoción humana.
Vivamos la comunión universal. Ser misioneros de esperanza significa que no estamos solos: la Iglesia es una, y todos estamos unidos en esta gran obra de salvación. Apoyar la misión es también construir puentes entre los pueblos, promover fraternidad y solidaridad entre las Iglesias.
Que María, Madre de la Iglesia, acompañe nuestra misión, para que, desde nuestras parroquias y comunidades, desde nuestra archidiócesis, podamos aportar esperanza allí donde más se necesita, para que el Evangelio siga recorriendo caminos desconocidos, llevando luz donde hay oscuridad, vida donde hay muerte, confianza donde hay desesperanza.
Con gran afecto, pido a Dios que os bendiga.