La capilla de Santa Tecla de la catedral de Burgos ha acogido este domingo la celebración eucarística de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, presidida por Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, quien ha invitado a los presentes a vivir esta jornada «no como una fiesta tenebrosa, sino como la fiesta de la esperanza». La misa se ha celebrado en sufragio por todos los difuntos de la archidiócesis, en el marco de las celebraciones de estos días dedicadas a recordar a quienes «nos precedieron en la fe y edificaron nuestras vidas, nuestras familias y nuestras comunidades».
En su homilía, Mons. Iceta ha contrapuesto la fe cristiana en la vida eterna frente a la visión oscura de la muerte que muchas veces domina el ambiente cultural. «Nosotros no celebramos lo tenebroso ni lo oscuro, celebramos a Cristo resucitado, a quien es la vida para siempre», ha afirmado, recordando que «el cementerio, para los cristianos, no es la ciudad de los muertos, sino el lugar de descanso en el Señor, bajo la sombra de la cruz».
El arzobispo ha subrayado que esta conmemoración es una llamada a mantener «los ojos abiertos al asombro, para mirar el horizonte último de la existencia con esperanza», porque «en el seno de la Iglesia, la muerte es la puerta última de la vida». En este sentido, ha señalado que los fieles difuntos «nos enseñan a mirar la existencia como esperanza que resplandece, porque la fe en la resurrección de Cristo es el núcleo luminoso de nuestro credo».
Mons. Iceta ha recordado también que el amor de Dios es más fuerte que la muerte: «En Cristo crucificado y resucitado encontramos nuestro destino definitivo, la promesa del amor que vence al temor, a la oscuridad y a lo tenebroso». Y ha concluido su homilía invitando a orar no sólo por los difuntos, sino también por los vivos, «para que nuestra fe se fortalezca y creamos con firmeza que ellos gozan ya para siempre de la presencia luminosa de Dios».
Con esta misa, la Iglesia en Burgos ha querido recordar a todos los que han partido ya a la Casa del Padre, en una celebración que, en palabras del arzobispo, «no mira hacia atrás, sino hacia adelante, hacia los santos, confiados en la esperanza que sostuvo su camino».






