Burgos ha recibido la visita de Mons. Luis Marín de San Martín OSA, subsecretario del Sínodo de los Obispos, que está participando en el Simposio Internacional de Teología del Sacerdocio que celebra la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos. En el marco de esa visita, el obispo agustino ha presentado también el Documento Final de Sínodo Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. La ponencia ha sido introducida por Lucía Ferreras Galerón, delegada para el Laicado y correferente del Sínodo para la archidiócesis. Por su parte, Eloy Bueno de la Fuente, profesor de la Facultad y miembro de la Comisión Teológica del Sínodo, ha sido el encargado de presentar al ponente.

 

En primer lugar, Eloy Bueno, además de presentar a Mons. Marín, ha enmarcado la charla incidiendo en que el Sínodo es un proceso en el que se da amplia importancia a las Iglesias locales, y cuya finalidad es crear una «cultura eclesial» de la sinodalidad, más allá de los eventos concretos.

 

Ha comenzado el obispo invitando a leer el documento despacio, saboreándolo, en comunidad, hablándolo con otros. Este documento, que es parte del magisterio ordinario del papa (que lo ha firmado y que no va a publicar ninguna exhortación postsinodal), no cambia la Iglesia, pero abre puertas e inicia caminos. El Sínodo está siendo ante todo una experiencia de Cristo y de la Iglesia. Una experiencia de escucha espiritual. Por tanto, hay que acercarse a este documento final con humildad, en actitud de silencio y escucha, y desde tres claves: la experiencia, la conciencia de ser Iglesia y el dinamismo de la misión.

 

A continuación, ha presentado la estructura del documento: un marco bíblico (cada capítulo comienza con un texto relacionado con la resurrección y la Pascua del Evangelio según san Juan), una introducción sobre el camino sinodal, cinco partes y una conclusión. Toda la temática gira en torno a las tres palabras del título del Sínodo: comunión, participación, misión. Y el documento, todo él, tiene un hilo conductor que aparece en cada uno de los títulos: la conversión. Conversión que empieza por el amor, antes que por la fe.

 

El documento presenta cinco desafíos: espiritual, comunitario, ecuménico, participativo y misionero. Como consecuencia y como medio, plantea la reforma de los organismos de participación; en particular habla de los consejos pastorales (que han de ser obligatorios y funcionar bien en todas las parroquias y diócesis) y de los sínodos diocesanos (llamados a convocarse periódicamente, sobre temas concretos). Junto con ello, el documento insiste en la transparencia, la rendición de cuentas y la evaluación.

 

Mons. Marín ha concluido explicando la expresión del papa Francisco «todos, todos, todos», con tres acepciones: la Iglesia no rechaza a nadie, todos estamos llamados a evangelizar y todos deben ser evangelizados.

 

En el coloquio posterior, han surgido cuestiones como el sentido de la palabra «consultivo» aplicada a los consejos, la aplicación prevista del Sínodo a nivel mundial y en cada diócesis, la confluencia de los 10 grupos de estudio creados por el Papa y que aún siguen trabajando, la conversación en el Espíritu y el discernimiento comunitario, y la relación entre el Concilio Vaticano II, el documento latinoamericano de Aparecida, la exhortación programática del Francisco Evangelii Gaudium y este Documento Final del Sínodo.