El pasado fin de semana, una quincena de jóvenes de la archidiócesis de Burgos, procedentes de la capital y Miranda de Ebro, han participado en las Javieradas. Allí han realizado parte del camino con el resto de peregrinos procedentes de toda España, han rezado juntos, participado en la eucaristía y creado lazos de amistad.
Esta acción ha partido del trabajo conjunto de las delegaciones para las Misiones y para la Infancia, Adolescencia y Juventud con el deseo de animar a los jóvenes para que sean ellos mismos evangelizadores en sus día a día. Como explica el delegado de esta última pastoral, Carlos Navarro, el encuentro ha servido para «preparar el corazón de nuestros jóvenes a una verdadera conversión que les ayude a ser discípulos misioneros en sus ambientes y de profundizar en la figura imponente de san Francisco Javier», patrono de las misiones. Esta actividad se suma a las que ya realiza la delegación de Infancia, Adolescencia y Juventud en carácter de peregrinación durante el curso pastoral.
El origen de estas peregrinaciones parece remontarse al mismo siglo XVII, cuando el jesuita Marcelo Mastrilli inició la devoción de acudir a san Francisco Javier pidiendo una gracia tras haber sido curado milagrosamente. Poco después, otro jesuita, el padre Alejandro Filipucci, curado también tras invocar al santo, fijó una novena para los días 4 al 12 de marzo, coincidiendo con el aniversario de la canonización del santo navarro. En 1940, la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, comenzó a usar el término «Javieradas». Desde entonces, y año tras año, numerosos peregrinos acuden a pie hasta el castillo donde nació el santo patrono de las misiones.