Con el lema «Buscar una vida más digna», en la tarde de ayer se celebró la última edición de Círculos de Silencio, organizada por la delegación diocesana de Pastoral para las Migraciones. A partir del recuerdo de los cuatro últimos fallecidos en un cayuco llegado la semana pasada a la isla de El Hierro, voluntarios del Cáritas en el Centro San José y seminaristas de la archidiócesis se preguntaron por qué pasan estas cosas y animaron a la «audacia» para «buscar soluciones y misericordiosos para encontrar la mejor manera de acoger a toda persona de buena voluntad».
A través de un manifiesto, se denunció que «nos estamos acostumbrando» a las noticias que hablan de naufragios de migrantes frente a las costas españolas –especialmente en Canarias– «en busca de una vida más digna». También pidieron que Europa abogue por una «democracia nos permita vivir libremente con una sociedad abierta» y desearon que la «Iglesia que sea hospital de campaña» que pueda acoger a todos los que llegan.
«Queremos construir una sociedad sensible a las necesidades de todos y crítica para comprender el porqué de estas situaciones que provocan el desarraigo de la propia tierra», se escuchó en medio del silencio que envuelve estos actos de denuncia pacífica. «Pedimos poder tener siempre una mirada limpia que nos permita ver en el otro un ser humano creado a imagen y semejanza de Dios».
Los Círculos de Silencio surgieron como un movimiento ciudadano en Toulouse en 2007, respaldados por algunas comunidades franciscanas. Pronto, aquella acción reivindicativa y no violenta se extendió por ciudades francesas, sumando, mes a mes, nuevas convocatorias. La iniciativa llegó a Burgos hace exactamente 13 años de la mano de la todavía Mesa Diocesana de Pastoral de Migraciones (hoy delegación de Pastoral para las Migraciones) y otros colectivos de Iglesia. Cada dos meses, y con el lema «Trato digno para todos, fui forastero y me acogisteis», estos actos de denuncia se repiten en el paseo Sierra de Atapuerca de Burgos.