La Ribera del Duero es depositaria de un riquísimo tesoro de tradiciones religiosas asociadas a la Semana Santa. Aunque muchas de ellas son compartidas, con sus matices, con el resto del entorno castellano, otras tantas cuentan con elementos propios y originales que sólo pueden vivirse en alguna de las localidades ribereñas. El cuidado con que estas poblaciones han conservado algunos rituales, cánticos o ceremonias, junto su innegable carácter de patrimonio inmaterial como cultura popular han movido a sus representantes a buscar el reconocimiento de su originalidad y su valor.
La Pasión ardiente de Sotillo de la Ribera
Sotillo de la Ribera ya lo ha conseguido. Este año estrena la declaración de fiesta de interés turístico regional para su Semana Santa, título que la Junta de Castilla y León le concedió el pasado mes de noviembre en reconocimiento al conjunto de ritos, patrimonio, cánticos y personajes propios con que cuenta la programación religiosa de Sotillo durante estos días. La ceremonia del Descendimiento, el canto del Miserere, la presencia en las procesiones y otros ritos de “los nazarenos” (niños que cantan romances de la pasión de Lope de Vega) o “los romanos” (figuras que custodian los pasos e imágenes sacras), el denominado “monumento” (altar neoclásico desmontable que se emplea en varias celebraciones del Triduo Pascual) son elementos distintivos de la Semana Santa sotillana.
Pero la más espectacular de sus tradiciones es la forma en que se celebra la Carrera de la Pasión en la tarde del Jueves Santo. Una docena de hogueras repartidas por distintas calles del municipio acogen el paso de la procesión, con sus cinco imágenes, sumiendo la localidad en una luz íntima y a la vez espectacular que anima al recogimiento y la meditación de los misterios que estos días se celebran. La documentación histórica certifica que estas celebraciones de piedad popular se celebran en Sotillo de la Ribera como mínimo desde mediados del siglo XVI.
Roa también pide paso
Por su parte Roa sigue los mismos pasos que su localidad vecina. Su ayuntamiento tiene ya preparada la documentación para solicitar el mismo reconocimiento que disfruta ya la Semana Santa sotillana. La villa raudense hace valer argumentos musicales en su solicitud: además del Miserere que se entona cada viernes de cuaresma y que la Cofradía de la Vera Cruz ha custodiado y transmitido con mimo, uno de los elementos más originales en Roa durante la celebración del Triduo Pascual es el cántico de los Sayones. Se trata de un poema musicalizado, fechado en el siglo XVI y atribuido a Lope de Vega, que todo el pueblo entona con desgarro y vigor en las procesiones de Jueves Santo y Viernes Santo, intercalando cada estrofa con el quejido de la esquila.
Un instrumento que también cobra protagonismo en otro rito particular de la Semana Santa raudense, el denominado “Paso de la Cruz”. Se trata de una procesión interior que se lleva a cabo el Martes Santo en la colegiata de Santa María, rememorando las tres caídas de Cristo camino del Calvario. Durante este ritual uno de los hermanos que se ha incorporado recientemente a la Cofradía porta una cruz sobre los hombros y una soga en el cuello. Durante su recorrido por el templo es acompañado por el resto de los cofrades y por el sonido de las esquilas.
La proyección nacional del vuelo del Ángel en Aranda
Aunque Aranda cuenta ya desde hace décadas con el título de fiesta de interés regional para su Semana Santa, busca ahora subir un escalón y que se reconozca su proyección nacional. La ceremonia de la Bajada del Ángel el domingo de Pascua es la punta de lanza de este intento por mejorar el título de su Semana Santa. Este antiquísimo vestigio de un auto sacramental que representa el encuentro entre el Resucitado y su Madre, que es despojada de su velo de luto por un ángel (interpretado por un niño o niña de la localidad) solo se conserva con la totalidad de sus elementos en Peñafiel (Valladolid), Tudela (Navarra) y en Aranda de Duero.
Pero no es el único mérito de la programación en la capital ribereña, que además de conservar sus procesiones y algunos ritos emocionantes como el paso del Santísimo del Milagro por el Arco del Ayuntamiento, con los costaleros casi de rodillas para salvar la escasa altura del techo, sigue sumando atractivos a su Semana Santa. En los últimos años la Bajada del Ángel se arropa con una nueva procesión gracias a la fundación de la nueva Hermandad de la Resurrección de Cristo, promovida por un grupo de jóvenes.
La Hermandad de Jesús Camino del Calvario también ha sumado recientemente una nueva procesión en la tarde del Domingo de Ramos gracias a la adquisición de un nuevo paso, el de la Santa Cena. Y este mismo año la programación arandina ha recuperado, tras la pandemia, la representación de la Pasión, con la participación de distintas asociaciones culturales, agrupaciones musicales y artistas que han recreado los principales acontecimientos de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Son los tres ejemplos que tienen más avanzados los reconocimientos y trámites para tenerlos, pero a estos podrían sumarse en breve otras localidades de la Ribera que también cuentan con elementos de cultural religiosa popular que las distinguen del resto y pueden atraer a quienes buscan otra forma de vivir la experiencia de la Semana Santa.