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Como un anhelo de que el Señor llene con su presencia la geografía burgalesa, los seminaristas han dispuesto todo para celebrar hoy su tradicional fiesta eucarística del Reservado. Un skyline en el que se intuían algunos de los pueblos más conocidos de la archidiócesis; los modos corporales de oración del patrono de la provincia o las moradas de santa Teresa, que fundó en Burgos su último convento: todo hablaba de esta tierra que llaman «vaciada» pero que los seminaristas desean llenar de Dios, como bien les pidió el papa Francisco el pasado mes de abril. Y de hecho, así ha sido. Jesús eucaristía, portado en la custodia por el arzobispo, ha recorrido los pasillos del Seminario llenando con su presencia los deseos y preocupaciones de nuestros pueblos y ciudades, reflejados en alfombras de serrín y un gran monumento que los seminaristas han dispuesto con esmero.
Los futuros sacerdotes saben, sin embargo, que la tarea de evangelizar esta tierra vaciada no será sencilla. De ahí la invitación a «no tener miedo» y dejar «que Jesús se ocupe». Porque «cuando nos ocupamos de Jesús, él se ocupa de nosotros», les ha trasladado el padre Pedro Tomás Navajas, encargado de predicar durante el rezo de Vísperas. «Cuando vienen las dificultades, escuchamos su cercanía que nos dice: ‘ánimo, soy yo; no tengáis miedo’». «Con este buen amigo al lado todo se puede, es ayuda y da esfuerzo», ha continuado el carmelita.
El padre Navajas ha dicho que los seminaristas son un «regalo» y un «tesoro que embellece nuestra Iglesia diocesana», una «familia de amigos de Jesús sacramentado» que vive la sinodalidad y que con su trabajo y vocación hacen que «surja una nueva humanidad».
Presencia eucarística
Con la fiesta del Reservado, los seminaristas recuerdan cada año la presencia de Jesús eucaristía en el sagrario de su capilla, desde que se fundara en 1898. Una celebración que congrega cada año a familiares y amigos de los seminaristas, antiguos alumnos y sacerdotes que se han formado en el edificio del paseo del Empecinado.
El rezo de Vísperas y la procesión eucarística han puesto el punto y final a una jornada que comenzaba esta mañana con la celebración de la misa, presidida por mons. Mario Iceta, y en la que ha recordado a los seminaristas que sin sacerdotes y sin eucaristía «la Iglesia no crece».