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Este sábado, la nave central de la catedral de Burgos ha acogido el primero de los actos de la Semana Santa de este año: el pregón que ha pronunciado Saturnino López Santidrián, canónigo emérito de la Catedral, –donde ejerció como abad de la Semana Santa burgalesa– y catedrático emérito de la Facultad de Teología del Norte de España sede de Burgos. Un discurso cargado de profundas reflexiones sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, y los momentos clave que la Iglesia celebra en este tiempo litúrgico. En su intervención, ha aprovechado la ocasión para recordar los tres grandes aniversarios que este 2025 están marcando el camino espiritual de la archidiócesis: el año jubilar universal Peregrinos de Esperanza, el 950 aniversario del traslado de la sede episcopal de Oca a Burgos y el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea.

Comenzando su intervención con unos versos del poeta mexicano Amado Nervo, López Santidrián ha reflexionado sobre la búsqueda humana de sentido y trascendencia: «busco en vano una estrella que me alumbre; busco en vano un amor que me redima». Esta reflexión, ha explicado, se conecta con el concepto del tiempo en la Biblia, donde el «kairós» —el tiempo lleno por las intervenciones de Dios— marca el verdadero sentido de la vida, «un peregrinaje hacia la tierra de promisión», un viaje que no es circular, sino hacia una meta de esperanza y redención.

El pregonero ha destacado que el misterio central de la Semana Santa, el Triduo Pascual, es el acontecimiento más importante de la historia, y ha animado a todos a vivirlo con renovado fervor, sobre todo este año, en que se celebran tres hechos trascendentales para la Iglesia local y universal. A propósito del Año Jubilar, el canónigo ha citado las palabras del apóstol san Pablo: «La esperanza no defrauda», recordando cómo el sufrimiento y las tribulaciones de la vida humana no pueden extinguir la luz de la esperanza que brota de la Pascua. López Santidrián ha vinculado este mensaje a los recientes acontecimientos globales, como la pandemia de la covid-19 y los conflictos bélicos, que han puesto de manifiesto la fragilidad humana, pero también la fuerza transformadora de la esperanza cristiana.

Además, hizo referencia a los aniversarios históricos que celebramos este año. En primer lugar, recordó el 950 aniversario del traslado de la sede episcopal de Oca a Burgos, un hito fundamental en la historia eclesiástica de la archidiócesis, que marcó el renacimiento de la iglesia en Burgos bajo la protección de Alfonso VI. En este contexto, el pregonero ensalzó el impulso misionero de la archidiócesis, destacando los importantes santos de la región, como santo Domingo de Guzmán, y la labor misionera de la Iglesia en Burgos a lo largo de los siglos.

Otro de los eventos que ha marcado el pregón ha sido el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea, que ha definido la naturaleza divina y humana de Cristo frente a las herejías de la época. López Santidrián ha destacado la importancia de esta definición para la fe cristiana, subrayando que el sacrificio de Cristo en la Cruz adquiere su valor redentor por ser «Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre». Citó al padre de la Iglesia san Atanasio, quien defendió la plenitud de la divinidad de Cristo, una verdad central en la enseñanza cristiana: «lo que no es asumido no puede ser redimido».

Sobre esta base teológica, el pregonero se ha referido a la doble dimensión de Cristo: su grandeza divina y su humildad humana. «La Resurrección es la prueba de que era el Hijo de Dios», ha afirmado, refiriéndose a la victoria de Cristo sobre la muerte como la manifestación de su divinidad. Esta paradoja de grandeza y fragilidad es esencial para comprender el misterio de la Semana Santa, un misterio que invita a los creyentes a vivir en la humildad y la esperanza.

El pregón también ha recordado que la vivencia del cristiano en este tiempo litúrgico no solo debe centrarse en la contemplación de la Cruz, sino también en el reconocimiento de la misericordia divina. López Santidrián ha citado el famoso pasaje de san Pablo: «Dejaos reconciliar con Dios», subrayando que Cristo, «el inocente», asume nuestros pecados para ofrecernos la Salvación. En este sentido, se ha referido a los sufrimientos y agonías de la humanidad como parte del misterio de la Cruz, y cómo los creyentes deben aprender a acercarse al dolor y a la injusticia con el mismo amor misericordioso que Cristo nos mostró en su Pasión.

A lo largo del pregón, López Santidrián ha hecho también referencia a la Semana Santa burgalesa, resaltando el esfuerzo de la Junta de Semana Santa, las cofradías, bandas y costaleros que, con su dedicación y sacrificio, han logrado que la Semana Santa de Burgos sea reconocida a nivel nacional e internacional. ha recordado con emoción sus primeras vivencias en las procesiones de la ciudad, especialmente la del Santo Entierro, y ha destacado la importancia de vivir la Semana Santa no solo en la exterioridad de las procesiones, sino en la interioridad de la fe, que debe llevar a la conversión personal. En este sentido, ha destacado la importancia de la fraternidad, la penitencia sincera, la vivencia de la Eucaristía y las obras de misericordia.

Finalmente, el pregonero ha dirigido unas palabras a la Virgen María, madre de Cristo y madre nuestra, invitando a los fieles a acompañarla en su dolor y a vivir la Semana Santa con la esperanza de la Resurrección. «Señora, santa María, déjame llorar contigo, pues muere mi Dios y mi amigo, y muerta está mi alegría», ha concluido con una evocadora cita del poema de Diego Gómez Manrique.

En su cierre, López Santidrián expresó su deseo de que todos vivieran una Semana Santa provechosa y una Pascua llena de nueva esperanza, agradeciendo a todos los que hacen posible la celebración de este tiempo litúrgico tan significativo para los cristianos.

Tras el pregón ha tenido lugar el Concierto de Semana Santa, a cargo de la Coral de Cámara de Burgos, que ha interpretado el Réquiem en Re Menor, Op. 48 de Gabriel Fauré.