El Teatro Principal ha acogido este viernes el acto inaugural de la 49.ª Feria del Libro de Burgos, que ha tenido como protagonistas a Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, y al escritor Javier Cercas, que se ha autodefinido al comienzo de la cita como «ateo» y «anticlerical». El encuentro, organizado por los libreros de la ciudad, ha sido un ejercicio de diálogo entre dos visiones del mundo aparentemente contrapuestas, unidas por una conversación profunda y abierta sobre la vida, la muerte, el cristianismo y el legado del papa Francisco.
Ante un auditorio lleno, Cercas ha presentado su último libro, El loco de Dios en el fin del mundo, una obra que gira en torno a la figura del papa Francisco y a la idea de la vida eterna. A pesar de declararse ateo y anticlerical, ha reconocido que la inspiración para este libro proviene de la fe de su madre, «seriamente creyente», y de un viaje a Mongolia en el que el propio pontífice respondió a sus preguntas con una afirmación que le resultó «sorprendente e inevitable».
«El cristianismo es una religión contracultural», ha asegurado el escritor, quien ha reconocido que ésta era la primera vez que conversaba con un miembro de la Iglesia católica en España. A su lado, Mons. Iceta ha respondido con la convicción de que «la eternidad empieza aquí», subrayando que «nosotros miramos a la eternidad porque sino la vida sería tremendamente triste».
El lenguaje de la Iglesia y su lugar en el mundo
La figura de Francisco ha ocupado buena parte del diálogo, moderado por el editor y agitador cultural José María Yudego. Cercas lo ha definido como un papa «revolucionario y disruptivo», que no ha cambiado la doctrina, pero sí ha emprendido el camino de «volver al cristianismo primitivo». A su juicio, Cristo fue un personaje «peligroso» y «subversivo», lo que le llevó a morir en la cruz, y ese es el espíritu que la Iglesia ha intentado recuperar desde el Concilio Vaticano II.
Mons. Iceta ha coincidido en que «volver a la raíz es la gran tarea de la Iglesia», un camino que implica conversión personal y comunitaria y, cuestionado por la pobreza, ha insistido en que hay muchas formas de pobreza: «Hay personas con bienes materiales pero con una enorme pobreza de misericordia, de perdón, de compañía, de familia… y eso me parece una pobreza sangrante».
En el tramo final de la conversación, Cercas ha planteado al arzobispo algunas de las críticas que suele dirigir a la Iglesia, en particular sobre su forma de comunicarse: «Tiene un lenguaje viejo, oxidado, poco interesante, almibarado y nada fresco ni atractivo». También ha advertido de una contradicción: «La Iglesia no tiene poder político real, pero su discurso queda opacado por el político».
Mons. Iceta ha reconocido estas dificultades y ha recordado que «la Iglesia no se identifica con ningún partido político». En ese sentido, ha defendido que su papel no es ejercer el poder, sino servir a la sociedad desde el Evangelio, con un mensaje que no busca imponerse, sino proponer caminos de justicia y reconciliación.